Local sencillo y de corte moderno, diáfano, un poco ruidoso pero cómodo y agradable. Mesas informales, al estilo de moda en este tipo de restaurantes de tapas y con una correcta separación entre ellas. No hizo falta reserva pero al final terminó por llenarse. Tres comensales para comida a mediodía.
Cocina moderna basada en tapas, arroces, pescados y carnes, apoyándose en el producto local con guiños a la modernidad, todo a cargo de Israel Ramos, uno de los cocineros más destacables de Jerez y cuyo trabajo ya conocimos hace un tiempo en el suntuoso restaurante La Condesa. Pedimos tres tapas distintas al centro para compartir, dos de hamburguesa de langostinos con fideos y soja (3,8€) que estaba estupenda, mucho sabor del langostino, jugosa, delicada, con los típicos fideos chinos muy bien macerados en soja, dos de pavías de lubina con salmorejo (3,2€), fritura de calidad, crujiente, con la lubina bien jugosa por dentro y un salmorejo de manual, terminado con una de canelones de pato al oloroso (5€), en la que venían 3 canelones muy ricos y bien elaborados, aunque se pasaron un poco con el horno quedando algo más secos de lo deseable.
De segundo pedimos tres arroces distintos, dos secos que consistían en un arroz verde de ortiguillas y chipirones (8,5€) y uno de sepia y morcilla ibérica (7€), además de uno más meloso de pato y calabaza (8,5€). Los tres de muy buen nivel, grano suelto, perfectos de punto, con unos fondos de caldo muy sabrosos y todos sus ingredientes armonizados, la verdad que los tres nos gustaron mucho cada uno en su estilo. Los postres parecían todos muy apetitosos, nos decidimos por el Mostachón de Utrera (7€), en una versión actual y presentada en copa del clásico postre sevillano de galleta y bizcocho. En general comimos francamente bien, una propuesta moderna, desenfadada, con calidad y sabor, sin apenas altibajos.
Carta de vinos correcta, con opciones de varias zonas nacionales y andaluzas, con un interesante apartado de vinos de Jerez por copas, que se pueden pedir igualmente por botellas. Precios ajustados, algo menos del doble que en tienda de media. Pedimos la excelente (al menos esta botella) Manzanilla Pasada Pastrana (20€) de Vinícola Hidalgo, que respondió como de ella se esperaba, da gusto comer con estos vinos. Copas simplemente correctas y servicio sin fallos, tampoco destacando por su excelencia pero realizando bien su trabajo.
Pues lo cierto es que salimos muy contentos de esta casa, una propuesta actual y sencilla, recetas y platos que apetecen, bien hechos y con sabor, muy identificables, con una zona de tapeo y otra de restaurante. Y todo por apenas 75 euros en total, un precio más que ajustado la para la cantidad y la calidad de lo que comimos. Para volver, sin duda.