Restaurante El Molino de San Lázaro en Zaragoza
Restaurante El Molino de San Lázaro
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Precio desde:
19,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
29 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.2
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.2
Comida COMIDA
5.4
Precio medio entorno ENTORNO
8.2
RCP CALIDAD-PRECIO
7.3
Opiniones de El Molino de San Lázaro
OPINIONES
5

Estuvimos en el restaurante de dentro y la verdad que para repetir. Tomamos el menú degustación de 25,00€ (en el cual no va incluida la bebida). Elegimos la ensalada de tomates, riquísima de sabor y de colorido; luego el cordero deshuesado, tradicional a la vez que innovador; y por último el bizcocho de mantequilla con helado ¡para chuparse los dedos! :)

Ya que el vino no entraba en el menú decidimos escoger de la carta de vinos,que amablemente nos sacó la maitre, un Somontano tinto llamado Glarima por 18,00€. Con lo que si juntamos el vino y el menú salimos a 30€ por persona (ya que no tomamos cafés).

Sin duda nosotros volveremos encantados con el servicio, la gente y la comida. :)

Suscribo todo lo que dice joaquin1956
Añadir que respecto a la bebida ni nos ofrecieron carta de vinos.ni nada,pedimos cerveza por eliminacion
La ensalada era de bolsa mala y lo mejor las croquetas y el helado.
Señalar que la maitre nos sirvio algun plato y fue muy amable.
El menu valia 29 euros y aparte la bebida.
Supongo que a la carta sera mejor,pero se nos quitaron las ganas, y eso que teniamos ganas de cenar alli porque el restaurante esta ubicado.en un marco incomparable.

Que nadie daba duros a 4 pesetas...

Vaya por delante una previa: el comentario presente se efectúa sobre la base de un menú que servían en el exterior del restaurante, fruto de la típica oferta veraniega. He comido en otras ocasiones en el restaurante comentado y suscribo, en lo básico, las anteriores opiniones. Un menú a precio razonable y unas buenas instalaciones.

Pero he de comentar lo que viví, comí y bebí.

Ubicación: bien descrita por el maestro Aurelio (Don G.M. para los friends). Situada en la margen izquierda del río Ebro, se encuentra a escasos 10 minutos andando de la Plaza del Pilar, accediendo, en un paseo bien agradable -salvo invierno o buen cierzo-, por el magnífico puente de piedra (peatonal, salvo autobús o taxis).

Entorno: Construcción de piedra y terraza muy agradable. Con una pequeña pérgola, por si las lluvias (que, por supuesto, no faltó). Bonitas vistas, estampa del referido puente de piedra, con la Basílica del Pilar al fondo. De noche, y todo iluminado, fetén.

Ambiente informal. Mesas propias de terrazas exteriores. Sillas cómodas. Manteles de papel, pero de algo mejor calidad que el típico blanquecino. Servilletas de papel. Cubertería y, sobre todo, vasos del montón.

Servicio y servicio del vino: empieza lo malo. Como consecuencia de la época veraniega, quiero creer que el personal era de contratación temporal y no excesivamente preparado. Trato absolutamente impersonal, salvo el encargado del tema (con pinganillo -Dios mío, éstos también-), algo más profesional, quizá por imaginarse que algo no acababa de funcionar bien.

Esperamos sentados más de 10 minutos sin que os trajeran ni el agua, ni nos dijeran qué queríamos. Y estábamos de los primeros.. Falta de atención del personal, siendo que tres camareros estaban mano sobre mano. Servicio inicial lento, algo que con posterioridad mejoró, con un buen tiempo de espera entre plato y plato.

El servicio del vino, de los de exposición, pero para mal. Tomé cerveza (por aquello del bochornete que hacía), pero puede ver lo de las mesas cercanas.

Aparte de los vasacos de todo a 1 euro, los meneos a los que eran sometidas las botellas eran de causar mareos. No se movía el corcho, el camarero hacía girar la botella, en plan -Julio Iglesias dixit- bamboleiro, bamboleira... Si te sacan un GR con años, te tragas todos los sedimentos.

Vamos a por la comanda: 6 platos a compartir.

Ensalada de guacamole, tomate fresco y mozarella. Lo primero pastoso, el tomate estaba desecado y la mozarella casí inexistente. Sin aliñar y en una presentación de chiringuito piscinero.

Carpaccio de secreto ibérico con lascas de parmesano. Corte irregular y excesivamente grueso. Parmesano casi inexistente.

Huevos rotos con foie y croquetas de jamón. Las croquetas excelentes, cremosas y con buen sabor. Los huevos (el huevo más bien), muy flojo.. las patatas eran tipo panadera (que bien le hubieran ido a un buen ternasco) y un churrusquón de foie. Aun así aceptable.

Cañada de ajoarriero con mayonesa de pil-pil. Muy aceptable. La cañada mucho mejor que el birrioso pan -1 solo tipo- que nos pusieron. El ajoarriero sabroso. Lástima de presentación con la mayonesa, pues esta resbalaba por el conjunto del ajorriejo pringando la cañada. Qué pena, porque era original.

Y el canelón de conejo escabechado con jugo de carne. Flojo canelón, más sabroso el interior, aunque el escabechado con el jugo de carne, como que no acababa de conjuntar.. Y la presentación, pues de dibujo de colegio de niño de 4 años, ay (suspiro).

Para finalizar un mini-helado magnum de chocolate blanco y fresa que estaba rico.. pero menos que el impresionante helado de fresa que me "cocina" mi Doña.

En definitiva, para 20 euros cabeza, pues para los que quieran saciar el hambre -las raciones eran aceptables-, dándoles un poco igual la calidad. Pero mejor si quitas dos platos, y mejoras el resto.

Yaya, qué razón tenías!!.

Coincido plenamente con el comentario anterior; estuvimos dos personas en Mayo del 2011. Tomamos el menu y por 26 euros comimos estupendamente con un vino blanco Viñas del Vero incluido. La cocina elaborada en raciones generosas y el personal de sala espléndido. Es un restaurante de nivel medio-alto con precios más que contenidos. Me gustaría que estuviera en Madrid para poder ir al menos una vez al mes.

Encantador restaurante ubicado en un antiguo molino a la misma vera del Ebro, en la margen izquierda, perfectamente rehabilitado y con impagables vistas al Pilar y al Puente de Piedra.

Las instalaciones son magníficas y están preparadas tanto para celebraciones como para restaurante al uso.
Consta de tres plantas y una terraza sobre el mismo río, grande y versátil: sirve de zona de recreo, de cenador, de lugar de copas…
Todas las alturas están bien decoradas, con zonas de madera y ladrillo aragonés, otras con una curiosa combinación de pinturas sobre la propia pared de hojas de parra, regaderas, botas de baloncesto, ruedas de molino… en fin, motivos de lo más dispares en tonos cremas, marrones y azules.

Acudíamos a una celebración, éramos 30 comensales y nos acomodaron en la planta alta, abuhardillada, espaciosa y con altísimos techos.

Cocina de raíces aragonesas, de mercado, con abundantes guiños creativos.

Nuestro menú, previamente concertado,consistió en:

-un picoteo de entrantes, al centro: espárragos trigueros plancha, terrina de foie y cigalas gratinadas.
-un pescado: lenguado con salsa de marisco
-una carne: ternasco asado con patatas a lo pobre
-un postre: tarta de celebración

Nos agradó a todos la calidad de todos los platos, en especial el lenguado, con una gruesa capa como de txangurro, resultando un plato suave y muy sabroso, perfecto como anticipo del plato fuerte, el ternasco, tierno y jugoso.

Las raciones fueron comedidas.

El servicio muy impersonal, pero gestionando bien los tiempos.

Carta de vinos mediana de dimensión, unas 60 referencias, gran parte de ellas aragonesas. Su trato, discreto.

Salimos realmente satisfechos, por lo que lo recomiendo para celebraciones. Para comer a la carta no puedo hacerlo pues aún no lo he probado.

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