Clásico restaurante de Plasencia, situado bajo la preciosa Catedral, de

Clásico restaurante de Plasencia, situado bajo la preciosa Catedral, de ahí su nombre. La decoración bastante clásica, con mesas bastante separadas, sitios amplios y cómodas sillas. Las botellas de vinos y destilados se encuentran en el comedor central, de ahí que la temperatura y condiciones no sean las más ideales. Las copas bastante dignas. Las 2 botellas que pedimos tuvieron que enfriárnoslas pues estaban algo calientes. La carta en cuanto a número de referencias es normal, predominando los riojas y riberas, si bien hay alguna referencia interesante. Los precios está un poco subido un 60% sobre tienda. No se incluyen las añadas de los vinos, lo que hace en algunos casos que se le tenga que preguntar demasiado al camarero. La comida es el gran activo de este restaurante, donde cabe destacar la lasaña de boletus, la torta del Casar con pimentón de la Vera ( no se puede ir uno de Extremadura sin probar esto), la dorada a la sal, en perfecto estado de cocción y como no, el cabrito al horno. En cuanto a postres aunque sea un poco pesado después de lo anterior vale la pena dejar un hueco para el tocino de cielo. Se permite fumar.

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