Un buen descubrimiento

En la zona alta de Lleida, se encuentra un restaurante con mas de 40 años de antigüedad conocido por su cocina tradicional y sus fondues, al que todavía no habíamos ido nunca , así que en este viaje a la ciudad de Indibil y Mandonio llegó el día de nuestra primera visita.

El restaurante, propiedad de la familia Balasch-Botargues tuvo desde sus inicios al frente de sus fogones a Jordi Balasch, quien poco a poco ha ido pasando el relevo a su hija Sònia quien es actualmente el nuevo chef del restaurante. Su cocina, de raices tradicionales es al mismo tiempo innovante y creativa con toques de autor.  Es una cocina de mercado y de temporada elaborada con buenos productos de proximidad.

Habíamos reservado con tiempo ( indispensable para encontrar mesa) para el 19 de abril a las 21horas. Al llegar al restaurante, cuando atraviesas la puerta , te encuentras en un pequeño comedor con una decoración rustica a base de madera, objetos antiguos, cuadros en las paredes... y con muy pocas mesas, si no recuerdo mal ocho exactamente. En las 2 fotos publicadas podréis ver la totalidad del restaurante.

Nos situaron en una mesa amplia, bien vestida, con buena vajilla y cubertería y buenas copas. El servicio de sala fue bueno, cercano y profesional, sin tiempos muertos. El servicio y la carta del vino no puedo juzgarlo ya que optamos por vino por copas y solo había uno disponible, que fue bien servido pero que no lo puntuaré.

Mientras leíamos la carta nos trajeron para picar unas muy buenas almendras y olivas.

Los platos que escogimos fueron platos del dia, fuera de carta

Como entrantes compartimos,

Raviolis de llamantol amb tòfona i parmesà. Raviolis de bogavante con trufa y parmesano con una salsa para chuparse los dedos. Un platazo. Excelente

Seguimos con platos de pescado que escogimos cocinados al pil-pil y al estilo de Orio:

Cocotxes de bacallà al pil-pil. Cocochas de bacalao al pil-pil. Muy buenas, perfectamente cocinadas.

Llobarro salvatge  a l'estil d'Orio. Lubina salvaje al estilo de Orio.  Punto perfecto de cocción y muy sabroso. Excelente.

El pan que acompaño la cena fue bueno.

No tomamos postres, teníamos pensado tomar una fondue de chocolate con frutas, pero el cuerpo no dio para mas, otra vez será.

Para beber tomamos como he dicho anteriormente  2 copas, bien servidas, del vino blanco de la casa, un Costers del Segre a base de Chardonnay. y una botella de agua mineral Font d'Or de 1/2 litro.

Finalizamos con dos buenos cafés.

La cuenta ascendió a 44,55 €/persona. Muy buena RCP.  Cenamos muy bien y cuando tengamos la oportunidad de poder volver a Lleida volveremos a visitarles para ir descubriendo su atractiva carta y sus platos del dia.