Para mejorar

Me habían hablado de este restaurante cerca del puerto. Desde que mi favorito "Arribar" cambio de cocinero ya no había vuelto por esa zona, y se echan de menos más sitios con encanto en el Puerto de Valencia.
El local es minimalista, agradable, pequeño pero coqueto. Hay dos zonas una de tapas al entrar y otra para una cena más formal en la parte interior. Al reservar optamos de entrada por la zona de tapas, que además era lo que nos habían aconsejado. Lo primero que nos llamo la atención es que habiamos dejado el trópico y pasabamos directamente al polo norte. El frio del aire acondicionado nos llevo a todas a ponernos la chaqueta, asi nos pasamos toda la noche de quita y pon. Ni con el vino entramos en calor y estamos hablando de Valencia en el mes de julio. Era bastante incómodo.

Probamos su famosa ensaladilla rusa, que estaba muy buena pero sin llegar a ser excepcional, calamar plancha, sus bravas y más que bravas, pulpo, coas y su pita de cordero. El mio debió ser el del cuento de los cabritillos y el lobo, que se escondio en el reloj, porque el cordero brillo por su ausencia, el pan de pita excesivamente seco y demasiado salado. Para terminar una carne trinchada que estaba estupenda, al punto de plancha y de sal, sin duda, para mi lo mejor de la noche.
En resumen tapas correctas pero sin entusiasmar y caro para lo que comimos.

Cómo con todo en esta vida habrá que darle una segunda oportunidad, esta vez probare en la zona de dentro pero me esperare a que llegue el invierno, de verdad.

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