Comida con espectaculo

Era un local que tenía ganas de conocer. El entorno, muy agradable, con el Museo de las Atarazanas frente al restaurante.
Fuera se anuncia un menú diario de 15 euros (la crisis impone cordura?)
Se pasa por una barra donde también se puede comer de tapeo. El comedor, moderno, con espacio para cada mesa, decoración limpia, sin ornamentos. Quizás un poco oscuro.
Elegimos uno de los 3 menús de degustación, el intermedio (45€), al que añadimos un stick tartare que estaba muy bueno.
La carta de vinos es corta, y algo desequilibrada. Los precios, bien. Pedimos un Valtosca pero a pesar de estar en carta no tenían; pasamos a un Mauro 2005 y tan felices.
Los entrantes: caballa marinada, bien de textura y sabor, huevo de corral, pues eso, y una ostra. Los platos: lubina, bien sin más y un excelente cochinillo, crujiente y meloso, genial (lástima que por su tamaño más que el plato principal pareciera un entrante más).
Sólo dos mesas ocupadas y entre ellas una mesa vacía con un blanquísimo mantel, desde el techo una graciosa "cuca" resbala y cae de espaldas sobre el mantel, alertado el matre acude raudo a "socorrerla", pero ella, muy autosuficiente, decide marcharse y desaparecer. La cara de desasosiego del personal del restaurante me convence que hemos asistido a una represencación única, sin posibilidad de prorrogar. En fin pasa en las mejores familias. Comida y espectáculo 75 €..ustedes mismos.

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