Aterrizamos en este local tras una visita por la zona, al entrar vimos la oferta de vinos y las tapas que tenia, y dada la hora que era nos animamos a probar algunas de sus preparaciones.

Respecto al lugar, no esperéis ni mantelería, ni buena cubertería, ni super copas, ni un gran servicio, más bien un espacio con aspecto de cafetería, ganas de agradar e inquietud por salirse del tiesto y hacer cosas cuanto menos distintas a la oferta habitual.
En cuanto al vino unas cuantas referencias para elegir, con buena relación calidad precio y seleccionadas de forma inteligente con el mismo criterio que la comida, salirse de lo habitual para riesgo del local y regocijo del comensal.

Empezamos con unos cuadraditos de queso acompañados de miel local, tipo camembert, rebozados y fritos, algo sencillo pero que como todo en cocina requiere de destreza para conseguir un buen resultado. Estaban muy buenos, su exterior crujiente y bien frito escondía un meloso contenido, que fluía con lentitud de su interior al hincarle el diente, el queso sabroso y bueno, el tamaño adecuado daba para un par de suculentos bocados que casaban a la perfección con el vino, un rioja (cuyo nombre no recuerdo) servido a la temperatura correcta, sabroso y goloso.

Continuamos con unos canutillos de pasta brick rellenos de brandada, crujientes y proporcionados no decepcionaban, quizás le faltaba un empujón de bacalao a la brandada, pero la densidad de ésta era más que correcta y la proporción continente-contenido conseguida y adecuada. Para mi gusto las salsas de acompañamiento difuminaban el sabor y no tenía una función integradora, mas bien decorativa, una salsa agridulce insípida y de color artificial y una reducción de vino que nada decía eran malas compañía para el snack, creo que ganaría en pureza liberándolo de innecesarios y estrafalarios disfraces.

Tercer pase, unas corquetas, preparación que bajo mi punto de vista dice mucho de la destreza culinaria del ejecutor, ya que su elaboración para que sea correcta no es nada sencilla, en ellas reina el sentido de la proporción, y dejarlas muy crujiente por fuera y melosas por dentro en tarea ardua para muchos cocineros.
Pues bien, fue lo mas flojo del condumio, bajo mi parecer poseedoras de varios fallos. Demasiado grandes, desproporcionadas en tamaño, por lo tanto la excesivamente fina capa exterior, que tampoco estaba muy logrado, se perdía entre tanto interior de facilona bechamel. Chafadas, su oriundo y rechoncho aspecto les impedía otra pose por culpa de la ley de la gravedad, lo que además de influir en su sabor las afeaban en presencia. Las de jamón faltas de sabor, faltas de potencia, algo insípidas sin trocitos entremezclados en la masa, lo cual le aporta esa tercera textura tan agradable en boca y que hace las veces de regalo sorpresa cuando uno las esta deglutiendo. Las de boletus tres cuartos de lo mismo, cuando la seta no hace acto de presencia da que pensar, al triturarla y añadirla a la bechamel con menos materia prima se puede conseguir más cantidad, pero claro, la receta pierde puntos, melosidad y también honestidad.

Llega el momento de los postres, y el camarero, tras cantarnos varios clásicos de la habitualidad exclama y, ummm…….Goxua. Perdona ¿cómo?, ¡¡goxua!!. Como decía la canción sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas……, claro no nos lo pensamos, un postre típico de latitud norte ofertado en Ayora, esto no me lo pierdo, previamente la pregunta del millón, que puede ofender pero en este caso justa y necesaria:
-¿es casero?
- si señor elaborado en casa
- pues adelante.
Expectantes nos apuramos los últimos resquicios del vino mientras aparece en la mesa la preparación, aparece con un vaso repleto de una abundante ración presentada en capas, lo degustamos y, si señor, sale airoso en la preparación, mas que airoso, muy bueno. Los ingredientes, pues ya los conoceréis, bizcocho, nata montada, crema pastelera y caramelo, ojo que no es fácil, con esta explosiva combinación lo mas normal es que si el cocinero es profano en la materia te sirva una bomba de relojería, empalagosa, empachosa, pesada….. Por suerte no es el caso, mas bien todo lo contrario, era armonioso y ligero a la vez que sabroso, marcado contraste de texturas y naturalidad en los sabores, una agradable sorpresa que demuestra la globalización de nuestra gran cocina.

En definitiva, lugar agradable, con buen relación calidad-precio, carta amplia, y en el que se percibe el esfuerzo que se esta haciendo por ofertar algo distinto. Volveremos para seguir probando otras preparaciones, los animo a seguir así porque da gusto encontrar lugares ``distintos´´, que por lo menos lo intentan y en la mayoría de las veces lo consiguen, la intencion es lo que cuenta y con constancia y buen hacer se consiguen resultados.

Es un restaurante de nueva apertura en el pueblo. Su dueño es un chico que ha estado trabajando en Valencia en los mejores restaurantes y eso se nota. Pedro, da un toque diferente a todas sus recetas. Especialmente recomendable las carnes, tiernas y de extrema calidad, es un sitio muy austero (en cuando la decoración) pero excelente en cuanto la atencion, la carta de vinos y la cocina. Muy recomendable

Todo muy bueno sobre todo los aperivitos, las croquetas de muerte, la bardada de bacalao muy buena, el solomillo de cerdo en escabeche acompañado de frutas del bosque,los calamares a la andaluza buenisimos, y despues cochinillo, postres caseros, la tarta de chocolate esta especial, a demas acompañado de un buen vino aconsejado por Pedro que fue nuestro maestro de ceremonias, tiene una buena carta de vinos muchos de ellos desconocidos para mi y casi todos de las zonas limitrofes, tenemos que repetir, estando cenando vimos pasar un plato que llamo nuestra atencion y al preguntar resulto ser un clalmar nacional a medio trinchar montado como si fuera una corona, hay que repetir