Para llorar... de alegría...
Para comer estuve pensando entre muchos de los restaurantes que ahora todo el mundo habla maravillas de ellos y sin menospreciar a nadie creo que la elección no pudo ser más afortunada, el Hisop estuvo a punto de hacerme llorar de alegría y emoción no menos de 3 o 4 veces. Por su conjunción de sabores y su altísimo nivel sin ningun bajón. Más bien fue un puerto de montaña con uno de los mejores postres que hacía tiempo que no probaba...
Local limpio y iluminado. Menú largo con carro de quesos.
Ostra cruda marinada.
Sardina.
Ventresca con gazpacho
Rape con su caldo marino
Carré de cordero
Quesos
Mojito de poleo
Crema catalana con perrechicos.
El nivel no fue alto si no que fué altísimo. Sabores conjunción y servicio.
Para beber navaherreros y varios vinos dulces. Total 140€ dos, vale lo que cuesta con creces.