Restaurante que apunta maneras.
La comida elaborada correctamente y con sorpresas positivas.
Langostino rebozado: muy bueno
Hamburguesa con pan negro de tinta de calamar: en mi opinión, llama más la atención por el color que por otra cosa.
Arroz: realmente bueno. He probado muchos arroces (no existe el lugar perfecto para el arroz perfecto) pero aquí saben lo que hacen.
Nos decepcionó mucho el apartado del vino. Pedimos un Auzells de Tomás Cuisiné. Mi sorpresa fue que cuando regresé del baño, los otros comensales, ignorantes en la materia, no se percataron de que nos habían sacado una botella del 2009. Estas cosas deberían cuidarlas más o, al menos, informar a los comensales e, incluso, rebajar los precios.
Había perdido todas sus característica y propiedades.
Tanto de aroma, como de color como de gusto, ya no sorprendía.
Es una lástima que por casos como éste, estamos manchando el nombre de un muy buen vino. Hemos conseguido que tres personas ya no vayan a comprar este vino.
El servicio muy correcto y amable.
Lugar recomendable pero deberían cuidar un poco más ciertos detalles y no intentar engañar a la gente.