Recien "estrellado" Michelín

Parece que las estrellas Michelín tengan que ir a una cocina muy sofisticada, de gran elaboración y diseño, y aquí ha ido a una cocina bien elaborada pero en la que sobre todo, lo que prevalece es la alta calidad de la materia prima, especialmente en pescados y carnes.

Destacable el entorno sobre todo a medio día (menos en la noche) que permite tener unas vistas sobre el puerto y en invierno ver como baja el sol de poniente. Mesas redondas, incluso un pequeño comedor apartado por una cristalera para 8/10 personas. Comedor lleno y reserva hecha con mucha antelación (la anterior visita). A la entrada una bodega de cristal permite ver que hay buena materia prima en la carta de vinos (muy aparente tipo libro pero algo corta) donde hay unos 12 tintos de diferentes DO y una mejor representación de Riojas y Riberas; en blancos y rosados no hay muchas posibles elecciones; algunos cavas y champagnes para elegir, así como algunos extranjeros en blancos y tintos; también algunos dulces para los postres. Lo más destacable es el precio de los vinos pues son muchos los que tienen una sobrecarga de 5-8€ ¡¡¡sobre precio de coste de internet!!! Tomamos una copa de José Pariente 2011 y una botella de Taberner 2006 una buena y madura shiraz andaluza a 26€ (coste en internet casi 19€). También 2 de agua para ir empujando lo que se venía encima.

La carta de comidas no es muy amplia donde los primeros están sobre 12-15€ y los segundos sobre 25€ y postres sobre 6€.
Entrada, por cortesía, un vasito de una crema de bacalao (algo salada) con lámina de patata morada.
Destacable que pedimos para probar todo entre los tres y sirvieron platos individualizados, incluso la ración de viera era de 2 piezas y pusieron (y cobraron) racion y media para poner una pieza a cada uno.
De entrantes la mencionada viera asada con manzana verde y alcachofas muy buena y bien de jugosa. Degustación de callos guisados todos cortados en pequeños trocitos que permitían un mejor comer, sabrosos levemente picantes y muy bien la salsa.
Principales: merluza de pincho de Cereiro con sopa de patatas y cítricos y cardamomo muy buena y sabrosa. Lubina con hongos, limon y algas y crema ligeramente ahumada, buena pero no muy integrados los acompañantes. Cochinillo ibérico confitado con puré de piña y grosellas espectacular (y eso que veniamos de Salamanca) con la piel de cristal como debe de ser.
Postres: una crema de arroz con leche, espectacular, que tiene una larga cocción de forma que tqueda poco líquida (no empalaga de leche) y el arroz está muy cocido y aunque se nota, se deshace; lleva por encima una capa de azúcar -caramelo- quemado, como la crema catalana, y que permitió los 12 minutos de espera para un pastel fluido (como el coulant) de huevos de Casa y avellanas con helado de vainilla muy bien conseguido.
La casa invita a café, chupitos y no sé si copa (lo ofrecieron). Además de unos dulces navideños de turrón de elaboración propia, uno de ellos interesante, de buen chocolate (con leche -lástima-) con crujientes kikos.
El problema cuando vas a un sitio como éste, es que te apetece tanto conocer nuevos platos como repetir los que te gustaron mucho.

Muy destacable la materia prima, buen servicio, buenas copas y cambio de platos y cubiertos para cada servicio, incluso los compartidos. Relleno de copas de vino constante pero comedido (sin intentar acabar botella) y dado a catar sirviendo buena cantidad para apreciar algo mejor color y olor en la cata antes de servirlo. Ritmo de servicio de comidas correcto. Comodidad de mesas y sillas buena. Sonoridad buena.

Cosas mejorables: mayor opción de vinos sobre todo de otras DO en tintos (sobrados en Riojas y Riberas) y en general en blancos, rosados y extranjeros. Separación de mesas algo escasa. Algo de variedad de panes iría bien. No me gusta pagar 4.50€ por el hecho de 3 cubiertos (¡incluyanse 50 cts en cada plato y evitenselo en la factura final!); y eso que el pan casero servido y especialmente la sal Maldon y el aceite Full Moon de la mesa, bien lo valen de sobra.

Al final pagué 162.50€. La sensación es que comer bien (incluida la cantidad) en restaurante de una estrella a menos de 55€ no es nada fácil.

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