Es la segunda vez que voy a este restaurante de Alboraya y en ambas

Es la segunda vez que voy a este restaurante de Alboraya y en ambas ocasiones he comido bien. El local está decorado con un estilo más bien rústico, alejado de modas y tendencias actuales. Ayer acudimos varios compañeros de trabajo y compartimos tres entrantes: croquetas de jamón, pulpo a feira y chipirones con habitas (deliciosos aunque quizá le sobrara algo de pimentón al pulpo). De principales cayeron un quilo de chuletón a la piedra entre tres, además de unas costillas de cordero y un carpaccio de ternera con una mousse fría de foie. Todo correcto. De postre pedimos unas natillas (¡ojo! son ración doble, que a nadie se le ocurra pedirlas para uno solo), una deliciosa tarta de naranja y otra de calabza algo menos sápida. El vino fue un Pittacum, del Bierzo, que gustó a todos. Servido correctamente pero sin alardes. Copas pasables, pero no apropiadas para algunos de los grandes vinos que tienen en su fenomenal bodega. Entre semana disponen de un plato del día. Salimos a 31 euros por cabeza, lo cual, en Valencia, no está mal.
La mejor opción para comer bien en Alboraya.

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