Calçotada de riesgo

Después de las críticas negativas en un lugar siempre irregular en el disfrute, nos arriesgamos con tal de tener una calçotada en la ciudad. Vivimos buenos momentos hace varios lustros y eso nos hizo tirar hacia delante.

El local ha cambiado en su interior con una zona de brasas en el centro del comedor casi separando la zona de la entrada de la zona del fondo, la cual acaba en unos ventanales a un espacio de luz de patio interior pero que aporta buenas sensaciones. Una barra de servicio completa la angostura central de separación de comedores.

Mesas desnudas con mantel individual, sillas a modo de estrecho silloncito pero que se acomoda bien, copas vajilla cubertería y emplatados básicos. Hay muchas mesas largas que condicionan la distribución habitual de las mismas pero en general están con separación correcta. El servicio es joven y dispuesto más el que ejerce de jefe de sala que toma la comanda.

No vimos carta de vinos porque ni figura en la web ni se nos ofreció; tomamos algo que se mantiene impertérrito desde hace décadas: las frascas de un vino a granel de uva monastrell de Alicante que se incluye en le menú. Reforzamos con un buen y corto vermut Perucchi blanco, un par de cervezas y de aguas sin gas Origen.

La carta de comidas incluye una variedad de platos suficientes con gran predominio de elaboración en brasas más los postres que no figuran y se plantean in situ; tiene un par de menús preparados para compartir entre dos (uno con calçots) y otros dos menús para compartir entre cuatro. Las raciones son más escasas de lo deseable y se acabó aquello de tejas de calçots hasta decir basta pero incluso el resto de platos andan bastante tacaños, al menos el menú de calçotada que se compone de:

. pan tomate aceite y sal y ajos: perfectamente tostado a la brasa, buen tamaño, buen tomate aunque más maduro para restregar sería mejor; aceite en aceitera rellenable (creo que hace tiempo que se prohibió a raíz del Covid), pero cumplió.

. humus de berenjena al  carbón: servido con palitos de pan alargados y unas gotas de aceite y de vinagre de Módena. Viene bien para no comer pan solo que parece ser el leiv motiv para calmar el hambre.

. alcachofas a la brasa: una alcachofa grande y abierta por el calor de la brasa aunque resultó estar demasiado tiempo y quedó algo seca. Ilusión fallida.

. teja de calçots a la brasa x 2: para 4 comensales se queda corta para cualquier comensal que va a comer calçots y que no iría adrede a por el resto del menú. Los calçots estaban muy poco hechos, algunos parecían calentados más que cocinados (ver foto), pero dado que tardarían en volver, nos los comimos como cebolletas semicrudas; buen tamaño y buena calidad porque si no hubiera sido imposible. Acompaña una salsa romescu casera con la almendra triturada pero no hecha polvo en 2 cuencos que mereció halagos.

. butifarra catalana  a la brasa: embutido de buena calidad en perfecto punto de parrilla. Más que notable.

. chuletas a la brasa: las primeras de palo y las otras de cadera; las primeras con algo de más de tiempo en brasas pero buenas; las segundas, todas de lechal, vinieron menos tostadas y se apreció mejor la buena calidad. ¿La cantidad? A dos pequeñas por persona. Acompañaron una patata de buen tamaño y cocción por persona con un muy buen mojo picón.

. postres: no hubo elección y se sirvió al centro una bandeja conteniendo una crema quemada (crema catalana en Valencia) que estaba bien, carpaccio de piña (3 lonchas pero somos 4), un trozo tipo pegote de una buena calabaza asada y una especie de mousse de yogurt con mermelada de frutos rojos que ambos elementos estaban buenos, sencillos pero buenos.

Unos cremaets finales, sin la habitual naranja de fruta previa, pusieron fin a la comida de calçots en la que lo mejor fueron las chuletas la patata y las salsas.