Clasico, clásico, clásico

Local céntrico aunque algo escondido de calles principales, con muchas mesas repartidas en diferentes estancias y como buenos reservados para grupos con decoración como el comedor de una casa clásica con bonitas lámparas de araña, mesas de gran tamaño y sillas amplias y cómodas.

Mantel de tela, buenas copas de vino, vasos cuberteria y platos de clásico estilo. Servicio de sala académico y con trienios. Ritmo de salida de platos de cocina muy correcto a lo que contribuyó la poca asistencia de comensales. Ubicados en un comedor amplio y con alguna baja de última hora por Covid, los 12 asistentes a la cena reunión anual del grupo en el mes de diciembre de cada año si las circunstancias lo permiten (y este año ha sido por los pelos). 

Parar beber Viña Galira en blanco y Camino de Castilla 2017 en tinto, amen de unas cervezas, aguas, etc..; el servicio de vino con buen rellenado de copas aunque algo escatimado (precio pactado: a menor consumo, mayor beneficio). Sobre la mesa un cuenco de manzanas apetecibles y un pan individual que no probé.

Para cenar y de forma pactada los entrantes y segundo a elegir. Tomamos:

. jamón ibérico: buena calidad, buena ración, buen corte; acompaña pan tostado con tomate. Muy bien.

. anchoas y boquerones (matrimonio llaman algunos): servidos sobre cama de tomate rallado; excelentes ambos. Muy recomendable las anchoas como la especialidad de la casa.

. carpaccio de buey: servido con queso parmesano espolvoreado en buena ración y corte fino. Bien.

. guiso de habitas en cazuela: creo que fue traido por leve retraso de los segundos; demasiada simpleza. Innecesario.

. principal: unos optaron por carne y yo por romescada de merluza: buena ración, servido en paellera, perfecto punto del pescado y con una salsa que mejora. Muy bien.

. postre a elegir: busqué la especialidad de la casa: nuestra espuma de crema catalana: me pareció con demasiada presencia de sabor a leche. Mejorable.

Rematamos con cafés e infusiones y algún orujo a petición.

La sensación es de cocina clásica basada en buena materia prima sin ninguna concesión creativa dentro de una carta corta en general; todo ello con un servicio profesional y un ambien de clasicismo notorio. Ahí está su guerra (de éstos hay muchos en Madrid) y ahí va bien.