Los colores del otoño.

Triunfal entrada con un olor a queso que levantaba el ánimo y el apetito. El restaurante es bonito, muy bonito. De entrada, los cuatro quesos presentados en un mostrador junto a una cesta de setas que hacían presagiar un buen "espectáculo".
Lleno total y absoluto y sabiendo que no es un sitio barato, eso no es mala señal. Buena distribución de las mesas, correcta separación entre ellas. Estupenda la mantelería, la cubertería, la cristalería.
Buena carta de vinos con amplia selección de todos ellos. Servicio del mismo más que correcto, preciosa cubitera y bonitas copas.
El servicio amable, sin molestar en ningún momento pero muy agradable.
Nada más sentarnos nos ofrecen agua, cosa que para mi es como si me ofrecen un par de plastazos. Agua? No gracias. :-)
Aparece la amable camarera con un carrito con tres panes distintos a elegir: de cereales, de vino y normal. Pedimos uno de vino y otro de cereales, riquísimos, recientes, crujientes. Además dos tipos de aceites para untar, a cada cual más rico también.
Hoy hemos comido todo el pan y encima, cuando acabamos con los dos primeros trozos, aparece con un pan de maiz, de los que comparo yo con un bizkotxo. Mi amatxu me hacía de ésos, diosssss, que pan más apetecible.
Sabemos que hay buena materia prima pero yo ya iba con las ganas de probar ese menú de otoño con un nombre sugerente de ganas:
Udazkenaren koloreak (Los colores del otoño)
Yogur de Puerro con Ceniza de Cebolla: presentado en un tarro de cristal cerrado, muy ligero, un comienzo suave.
Ostra Guillardeau con su Aire, Bombón de Coco y Shisho: no se me caen los anillos, reconozco que es mi primera ostra, no las tenía yo conmigo, a mi lo crudo.... y creo que no voy a comer muchas más. A mi chica le ha encantado, sabor a mar, eso sí pero aunque uno sea de pueblo del todo, donde estén unas almejas.......
Verduras de Temporada con Rebollos de Mascarpone: en su punto, ideales, producto puro, aldentes, con un marcaspone que acompañaba estupendamente el plato. Cada una con su sabor. Nos ha gustao mucho. En casa no hay manera de conseguir algo así.
Hongos del País al Carbón, Crudite de Enokitake en Sopa de Trufa: presentados con una yema de huevo, la sopa de trufa les daba un toque muy agradable. Otro plato de sabores auténticos, sin florituras.
Bacalao a la Llama, Baba Ganoush y Caviar de Piparra: de nuevo sabores sin tonterías, sabor a lo que nos ofrecen. Riquísimo el pescado y el conjunto acertado.
Faisan, trompetas de la Muerte y Pomada de Foie:foie presentado en un tubo tipo crema dentrífica para que te sirvas tú mismo. Viene tapado con una cubierta de cristal tipo quesera para no perder su aroma. Me ha encantado la presentación, me ha gustado mucho la textura de la carne, presentado en tres trozos, uno de ellos más tostado para chupar los huesos. Los trozos de sal gruesa en el fondo del plato ayudaban a satisfacer aún más mis papilas gustativas.
udazkenaren Koloreak: plato que da nombre al menú, recuerdos de la huerta del Azurmendi, parece un pequeño jardín. Está logradísimo el sabor pero hubiese ayudado un poco que la ración hubiese sido un pelín más generosa. Como que te quedas con ganas.
romus, Polvorón de Sésamo y Esponja de Pistacho: preparación en vivo y en directo de un plato con nitrógeno líquido que hace que el mango se quede duro por fuera y cremosos por dentro. El conjunto de los sabores merece la pena, y el mango por su cuenta te hace relamerte una y otra vez. Me ha gustao mucho el postre.
Con el café un post-postre en forma de cucurucho de helado, un remate estupendo para una estupenda velada.
Para beber, repetimos el itsasmendi 7 que tan buen gusto nos dejó el otro día y que hoy no ha hecho más que volvernos a demostrar que es un txakoli que va a dar bastante que hablar. Está rico, rico de ganas.
Un café bien preparado con cuatro tipos de azúcares a elegir, yo me quedo con el azúcar moreno.
Tenía ganas de probar el Itsasmendi vendimia tardía, no está mal el vinito, con un grado de amargor que combina de maravilla con el dulce.
A tener siempre en cuenta donde estamos y que los precios no son iguales que por otros lares. Creo que merece la pena visitarlo y en vista de lo degustado en alguna de las mesas cercanas, habrá que volver a comer algún pescadito a la brasa.