Falta de profesionalidad

Empezamos regular tirando a mal. Con las copas iniciales no dieron una, tuve que levantarme tres veces para pedir una cerveza que olvidaron servir.
El servicio del vino ni siquiera se puede calificar, es inexistente.
Las entradas flojitas, compartimos un foie con manzana y la torre de boquerones que venían demasiado frías (en sugerencias del día tenían pastel de centollo, pero a las 14,30 h. ya no quedaban).
Los platos principales más que correctos, aunque las fabes con almejas no estaban tan conseguidas como antaño.
Y los postres nunca llegaron, trajeron las cartas cuando quisieron y ahí se quedaron, al cabo de 30 minutos y tras levantarse uno de los comensales vinieron a preguntarnos si queríamos algo, por supuesto que ya nadie pedimos nada.
Se me olvidaba, el catavinos en el que sirvieron la manzanilla estaba muy sucio, y en vez de traer uno limpio, trajeron el mismo mojado.
Y lo de siempre, el cubierto a 2,5€, que retiraron muy rápido, quizás para evitar que nos los lleváramos...
NInguno salimos con la intención de repetir.

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