By Carlos Posadas

No sé si sería necesario crear una nueva ficha de PIÑERA tras los cambios de los últimos años en la dirección de su cocina (Aranda, Almagro…) o de sus salas (García Galán), en la actualidad el restaurante se denomina PIÑERA BY CARLOS POSADAS, el chef vizcaíno dirige la cocina (y una parte del negocio) desde el otoño pasado, tras dejar las cocinas del lujoso hotel Santo Mauro. Al frente de la sala y de la carta de vinos repite Maria Jose Jurado: un trabajo digno de mencionar. Benjamín Urdiaín (primer *** de Madrid) continua en el restaurante, sin mucho boato, se interesa por el cliente y por las propuestas presentadas.

Tras la entrada de Carlos posadas se ha renovado la decoración, más adecuada a los tiempos actuales, creándose un área para tapeo informal. Desgraciadamente para un caluroso sábado madrileño únicamente hay cuatro mesas ocupadas, no me atrevo a discernir el grado de éxito de la nueva fórmula. El “ocaso” de la zona, con un número importante de restaurantes, pero sin ya tanta pretensión, no ayuda a propuestas de alta cocina.

Nos decantamos por el menú degustación (75€), servido con tiempos de espera largos pero adecuados, que se inicia con dos aperitivos: una croqueta de jamón (buena) y una excelsa crema de berenjena con vinagre de café y un berberecho. El berberecho se me antojó innecesario en la fantástica propuesta; muy buena combinación de la crema con el vinagre.

El menú se inicia con tres entrantes de gran altura, la “sardina en salazón anchoada en brioche hojaldrada de aceitunas negras”, es una excelente propuesta a la que le sobra parte del brioche que oculta el acierto del interior; la “Lengua en escarlata con aceitunas estofadas”, en el que la presentación de la aceituna extra estaba fuera de lugar, no así en el estafado sobre la magnífica lengua (estilo a embutido) con salsa a base de aceitunas estufadas, de casi 10; y por último, las “Ostras en escabeche templado sobre carpacio de manitas rellenas de morcilla y pure limón”, un plato fantástico del que, mi impresión, sobraba el acompañamiento del puré, porque la propuesta sinceramente era excelente, de 10. Platos en líneas generales muy buenos.

Los principales no bajan de nivel, muy bien la “Merluza de pincho con changrro y pil-pil de jamón y pimientos asados con ajetes”, un plato redondo, no puede haber ningún pero; así como del excelente “Lomo de corzo asado a la provenzal con dulce de calabaza, pure de castañas y tofee de tupinambo”. Dos grandes trabajos de imaginación, sabor y técnica.

Los postres, uno de los fuertes de la casa, compuestos por la “Tabla de quesos” (bien) y el espectacular e imaginativo “Iceberg Mousse de cuajada, helado de coco, merengue seco, gelatina de ron y pure de limón”, del que apenas pudimos disfrutar por lo excesivo del menú (el calor espero).

De la interesante carta de vinos, con precios más que razonables, nos decantamos por el excelente GRATALLOPS 2013 de Alvaro Palacios (65€), con 80% de Garnacha y 20% de Samsó, que como era de esperar, estaba perfecto.

Sensaciones muy buenas, interesante cocina y buen servicio, para un restaurante que desde hace años apuesta muy fuerte por la alta cocina madrileña sin recibir el reconocimiento merecido, esperemos que sea por poco tiempo. Aunque parezca mentira la zona no ayuda, mi impresión.

  1. #1

    jose

    Hola Cervino,
    tu frase "El “ocaso” de la zona, con un número importante de restaurantes, pero sin ya tanta pretensión, no ayuda a propuestas de alta cocina" supone todo un epítome de la situación actual. Da para escribir y hablar mucho.

    Saludos,

    Jose

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