Un grande

En nuestra visita a Aponiente encontramos algunas (muchas) de las características que a nosotros nos gustan en un restaurante: Cocina basada en la calidad del producto; respeto por las raíces de la gastronomía local (lo que otros podrían llamar memoria gustativa), aunque sin miedo a incorporar elementos lejanos o formas novedosas de tratar los productos; técnica excelente puesta al servicio del producto, del sabor y del concepto de cada plato y no como una mera exhibición pirotécnica.
Si a eso le añadimos un local agradable, un sumiller que sabe aconsejar y explicar los vinos (y al que se le nota que le gusta su trabajo), y una atención en sala cercana y tan eficaz como poco estirada, nos encontramos con que Aponiente nos pareció un excelente restaurante.

Como queríamos probar la mayor cantidad de platos posibles, nos decantamos por el menú degustación (56 E. c/u) que acabamos maridando según la selección del sumiller (lo que acabó dejando el precio de cada menú en 86 E. c/u).

APERITIVO
-Buñuelo de patata y jamón, un bocado untuso, perfectamente frito, que se deshacía en la boca.

ENTRANTES
-Sardinas asadas con tostada salada y verduritas de navazos. Sobre la tostada se colocan las verduras y encima de éstas la sardinas . Las sardinas, de una calidad excelente, están ahumadas al carbón de huesos de aceituna (técnica desarrollada por Angel León y Andoni Aduriz) durante unos segundos. Bocado sutil, elegante y sabroso.
-Caballas curadas en sal, pasadas por la candela, sésamo empapado en wasabi, huevas perfumadas con limón encurtido. Una mezcla de sabores que resulta impactante. Muy rico.
-Arroz meloso con Placton marino, tajaítas de voladores secos y ali-oli ahumado: plato original donde los haya, era como meterte un trozo de mar en la boca.
-Pez mantequilla del Estrecho ahumado: plato excelente, de nuevo con un punto de elaboración excelente y el sabor del pez mantequilla contrastado con un escabeche ahumado, muy al estilo de los tatakis orientales. Nos encantó. Para nosotros uno de los mejores platos
- Ravioli de chocos rellenos de su guiso, carbonara marina y babetas. Otro de los mejores platos. Los raviolis no están hechos con pasta sino con cintas del propio choco, y se rellenan de un guiso de sus propios menudillos, que explotan (literalente) al romper el raviolis con la lengua.

PRINCIPALES
-Pargo con placton. Un lomo, perfecto de punto, del pescado, sobre un placton que, según nos contaron, mezclaba distintos elementos para intentar recrear el alimento habitual de los pargos. Muy bueno.
-Atún de almadraba en chicharrón: un pequeño taco de atún de almadraba bien hecho por fuera y crudo (pero no frío) por dentro. Sabor intenso y textura delicada. Otro plato de sabor excelente.

POSTRE
- Sorbete de manzana, perfecto como cortante.
- Láminas de chocolate y nata y burbujas de galleta maría, que es la recreación que Ángel León hace de la famosa tarta Contessa. Una manera agradable de terminar el menú.

Nos pusieron una manzanilla, dos blancos, dos tintos y un Pedro Ximénez con el menú. Como no apuntamos los nombres solo nos acordamos de un estupendo Allende 2007 y de un Prima 2008, bastante bueno, aunque no le llegue para nada a su hermano mayor, San Román. Posiblemente el vino que más nos gustó fue un Borgoña del que no recordamos cómo se llamaba.

Por ultimo acabamos con un estupendo gin tonic de Blue Ribbon con Fentimans, excelentemente elaborado (y bien cobrado, todo hay que decirlo: 15 E.)

En resumen, nos pareció un gran restaurante y, lo que es mejor, con un excelente futuro por delante

Totalmente recomendable.

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