Parece ser que este grupo ha abierto sucursal en Valencia, en la zona de Cánovas y cercano a dos orientales, el Valencia Orient y el Aoyama, tal vez buscando "hacer zona" asiática, junto a otros restaurantes de esta temática que se encuentran en calles cercanas.
El local está muy bien ambientado, es amplio, con un gran número de mesas bien distribuidas. Un altillo en madera, una pequeña cascada y una gran campana (parece una campana tibetana) complementan la decoración asiática tailandesa bastante conseguida.
Ofrecen un menú degustación por 29€ extenso por el que no optamos por problemas personales con algunos de los alimentos ofrecidos y pasamos a la carta. La cocina es correcta, con altibajos, algunos platos bastante buenos como el pato con canela o la ternera con leche de coco y cacahuetes. Aun así, no transmite lo que he probado en otros tailandeses, dando una sensación más occidentalizada, menos auténtica. Un claro ejemplo es el nivel de picante, muy pobre, por lo que a los que nos gusta la comida picante se nos queda algo insulso el plato marcado en carta como "muy picante". Otros compañeros de mesa poco amantes del picante también admitieron que a penas picaba.
Carta de vinos predecible, con unas carencias en blancos y espumosos ya clásica en estos locales, un tintocentrismo que casa más bien poco con esta comida tan especiada y unas copas muy mejorables.

Este local padece algunos problemas de difícil solución:

1. Una horrible acústica que hace que te pases la noche gritando, oyes voces roncas que rebotan en las esquinas y van a parar a tu mesa. La música es poco agradable y solo se escucha como un sonsonete sordo tras las voces del resto de mesas. Esto hace bajar la nota de Entorno de forma vertiginosa, pese a que la puesta en escena es bastante buena.
2. El servicio es despistado y lento. Hay que pedir las cosas varias veces, pese a que pueden pasar tres camareros a tomar nota, a preguntar por los postres, por el café... En este punto hay un descontrol bastante grave que debe mejorar. En nuestro caso no llegó el vino hasta el segundo entrante.
3. El estilo tailandés se queda en las formas, dejando una cocina poco auténtica en la que se hecha en falta algo de originalidad y un poco de punch, sin dejar de estar buenos los platos.

Más orientada para ir con un grupo de amigos a pasarlo bien (pero dispuestos a perder la voz) que a una cena de disfrute gastronómico.