Un restaurante echado a perder

En los últimos meses, este restaurante ha pasado de ser una de las mejores opciones de la ciudad a ser un lugar que no recomendaría a nadie.

Desde que cambiaron de dueños, el servicio es pésimo, el encargado desagradable y, para colmo, han puesto turnos y horarios estrictos, de forma que pueden levantarte de la mesa aunque no quieras marcharte.

La última vez que decidí ir (será la última) estuvimos más de media hora esperando a que nos trajeran una cerveza (porque no había manera de que nos tomaran nota de la cena) mientras el encargado estaba sentado en la barra sin inmutarse.

Un desastre y una pena, haber echado por la borda el buen trabajo que se había hecho hasta el momento.

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