En su momento fue un gran descubrimiento y lo visitaba una media de dos veces al mes. Una comida exquisita y distinta. Productos de la región de la Basilicata que Lucio -dueño y alma del restaurante- te explicaba con pasión e inteligencia.
Pero Lucio vendio el negocio para concentrarse en el local que tiene en Berlin. Se lo vendió a la cocinera y nos insistió a todos que nada cambiaba. El nombre lo hizo ligeramente (ahora es "L'Osteria del Contadino") pero ni la decoración, ni el concepto lo han hecho.
Sin embargo, sin Lucio, no es lo mismo. La comida sigue siendo buena, pero ya nadie te recomienda qué debes pedir o ya no puedes trasladar la decisión sobre qué vino elegir.
La caponata sigue siendo la misma.
Y la pasta con salsa fuera de lo común también.
Para quien no conoció el anterior, es restaurante italiano bueno y distinto.
Para los que sí, debemos mentalizarnos que vamos a otro sitio y seguro que, aunque tal vez menos que antes, seguiremos acudiendo.
Se trata de un restaurante italiano, que no hace pizzas ni tampoco las pastas típicas (y tópicas) al estilo de Boloñesa, Carbonara... y sin caer en demasiadas sofisticaciones. Más que un restaurante, se trata de una trattoria, en el sentido de entorno agradable e informal. El local tiene encanto y la comida también.
No perderse la caponata!!. Se trata de un plato hecho a base de berenjena que lo preparan de manera sublime. Las pastas, todas artesanales pueden parecer "raras" para aquiellos que no están demasiado introducidos en la cocina italiana, pero cualquier selección, será un acierto.
Y en cuando a los vinos, los tienen muy cuidados y en general de la región dónde son originarios, La Basilicata, situada a la parte sur de la península italiana entre las dos puntas que configuran la típica "bota".
Vale la pena observar con qué cuidado y ceremonial sirven el vino. No lo describo, para dejar un factor de sorpresa.
La última visita con dos primeros (caponata y carpaccio de buey), dos segundos (parpadele con pescado y orechietes), un queso pecorino como postre y un vino tinto recomendando por el propietario, salió por 80€. He repetido 3 o 4 ocasiones en lo que llevamos de 2009 y siempre se repiten los parámetros.
El propietario es amable, pero le cuesta algo entrar en contacto. En el momento que se cerciora de que los platos gustan, le cambia la cara, los ojos le brillan y se alegra realmente. Pero tengo el recuerdo del primer día que fuí, cuando mi hijo se veía más adolescente que en la actualidad y cuando vio que eramos los dos que habíamos reservado mesa, puso una cara no demasiada "friendly" como pensando "ahora me pedirán pizzas ...". Cuando vio el que escogíamos y que encima nos gusta mucho ya cambió el trato totalmente y se abrió del todo.
Imagino que están un poco hartos de que la gente les pida "y pizzas??"... "que són los orechiette?"....
Si vais sábado, no olvidáis de reservar. Y en cuanto al vino (son todos italianos) podeis dejaros aconsejar sin miedo, que son de confianza y no se pasan de precio.
Solo un "pero"... Fuí este mes de agosto y el personal "habitual" estaba de vacaciones.. y nos atendió personal que no conocíamos. Hasta aquí ningun problema, pero la comida no estaba a la altura habitual. Los tres que cenamos lo detectamos en los platos que pedimos... Como reflexión, se me ocurre, que quizas es mejor hacer vacaciones, que dejar en cocina al equipo "B".