Imprescindible

Es un restaurante imprescindible en todo viaje que se haga a la Borgoña. Se trata de un local muy centrico, con parking cerca. Es muy pequeño, la tipica mesa alargada para todos los comensales más cuatro o cinco de dos o cuatro plazas. No hay más. El mayor interés del lugar es el vino y Lolo . En cuanto al vino no hay carta, hay que ir a las estanterías y buscar, a veces encuentras cosas muy interesantes. El servicio muy bueno y la comida contundente, como es la comida borgoñona, caracoles, callos , tripas, etc etc, todo muy bien condimentado y presetado. Personaje afable y sabio que sabe todo sobre la borgoña, y que además habla muy bien español, Lolo ha convertido su restaurante un centro de reunión de amantes del vino de la Borgoña, pero no sólo de Borgoña, pues sorprende encontrar buena cantidad de vinos españoles ( una caja de Alión) en las estanterías, además colecciona las "Botas de ..." y manifiesta que posiblemente el mejor vino que ha bebido en su vida sea un Toneles . En definitiva un placer por el vino, ambiente y Lolo. Sumamente aconsejable

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