Para dejarse llevar

Local perfectamente ubicado en el centro de Beaune en el que encontramos algunas mesas pequeñas y una mesa larga de banco corrido donde se van sentando los comensales que van llegando. El local tiene cierto encanto y unos nichos que atesoran vinos de ensueño de diferentes añadas, destacando las botellas más antiguas que puedes beber en el local.
Cocina típica de la zona donde no faltan los riñones, el pato, los caracoles y los quesos. Las elaboraciones son bastante buenas, con una cocina de mercado donde prima el producto y el máximo respeto por este, sin abusar de las salsas ni la mantequilla, como es costumbre en la cocina francesa.
Debo decir, no obstante, que es un restaurante para enófilos, así que la comida, en cierta manera, pasa a un segundo plano cuando Lolo, dueño del local, se acerca a tu mesa y te propone en un perfecto español, una carta extensísima en la que se acaba antes dándole un margen de precio y dejarle hacer. Hay que dejarse hacer y dejarse llevar de la mano de Lolo, quien empieza a sacar de su bodega verdaderas maravillas de viejas añadas. Todo acompañado de una explicación perfecta y minuciosa de cada viñedo y vino que bebes.

Visita ineludible si se visita la zona en plan enófilo. El precio incluye tres botellas de vinos para cuatro personas con una media de 80€ por botella, así que se puede bajar mucho la factura si se prescinde de estos vinos.

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