Novedad y sensación agridulce

Hace ya meses que no iba por este restaurante que, de la mano del antiguo jefe de cocina Juan Diego, supuso un soplo de aire fresco en la restauración de la ciudad. Este cocinero abandonó el proyecto y hace pocos días la prensa local anunció que se hacía cargo de los fogones el conocido chef Diego del "Rincón de Diego" de Cambrils, uno de los tres únicos de la provincia con estrella Michelín si no recuerdo mal.
No pude asistir a la inauguración pero fui a cenar al día siguiente; en la barra nos tomamos un vino de dispensador/climatizador con unas olivas y después pasamos al comedor que no presenta ningún cambio respecto la etapa anterior.
Tomamos una ensaladilla de ventresca, un surtido de quesos, ración de patatas bravas, calamares andaluza, milhojas de patats y trufa, ración de tortilla de patata y cebolla, croquetas de jamón y ración de callos.
¿Y por qué digo sensación agridulce?, pues porque todo estaba bueno, -algún plato de sobresaliente como las patatas bravas y los callos, lo más flojo los calamares andaluza muy gomosos- pero las raciones eran minúsculas, incluso el pan con tomate servido para 5 personas 4 trozos. ¡Hombre, si la ración son 4 rebanadas y hay 5 clientes parece lo más lógico o bien indicarlo para pedir 2 o poner un trocico más de pan!. Vaya, eso me parece mí.
Postres sabrosos: tatin de manzana con helado y espuma de crema catalana, para los golosos estupendos.
Carta de vinos con marcas interesantes sin referencia de añadas, lástima que el primero solicitado no estuviera disponible; buen servicio del vino a cargo de uno de los camareros.
El menaje y cristalería correctos.
Lo cierto es que los precios de las raciones son bajos, pero su exigua cantidad te obliga a pedir 2, casi preferiría que fueran algo más subidos pero más abundantes.
Con respecto al tipo de cocina anterior da la sensación que ha abandonado el corte moderno de las recetas para ofrecer platos más tradicionales. Deseo mucho éxito al nuevo equipo.