Parada y fonda obligada

Ayer estuvimos una peña de amigos, ya que uno de nosotros organizó allí la comida tras haber dado una vuelta por el Castillo de La Mota, de la vecina Medina del Campo. Este tipo de comidas algo multitudinarias están reñidas con una crítica gastronómica seria, pero no seré yo quien deba hablar mal de esta casa, hija de el vecino El Torreón (ligados familiarmente) ya que fuimos atendidos de primera división: el restaurante presentaba una desoladora (e inexplicable)floja entrada que da que pensar y si serán capaces, con este montaje, de aguantar la crisis manteniendo la calidad. Según me dicen lo que nos pusieron fue sugerido por el propio restaurante, prescindiré de alguna cerveza con buen aspecto, refrescos para los abstemios y las aguas minerales, capítulo que en conjunto asciende a unos 25 €, lo que ya representa 2 € p/p en la cuenta final. La comida la regamos con cinco frascas (de cristal con asa y pico de metal plateado) a 9,02 cada una, en las que imagino se vertía una botella por servicio. Para "abrir boca" unos mini biscotes y un pan, excepcional este último, para untar con una mantequilla mezclada con queso, saladito, pero muy conseguido y unas patatas inglesa. (la ración de pan, 0,50 €). De entrantes cuatro platos de morcilla de burgos (seis rodajas generosas, 6,50 €)otros cuatro de un chorizo brasa picante (6,50), otros cuatro (con seis tapas) de queso fresco o puerro con unas magníficas anchoas (11,00 €) y cuatro medias raciones de un jamón espléndido de origen -como los chuletones- sevillano, según me dicen (10 €). Merece mención especial el chuletón de ternera, a la brasa, de sabor y punto de los mejores que he tomado, y acompañados de ensalada verde (32,50 y 3,00, respectivamente)de los que cayeron seis unidades. Nadie perdonó el postre, todos ellos de gran nivel, como la tarta de hojaldre ya clásica de El Torreón o la leche helada (4,90 €). Unos cafés muy bien hechos, que también tomamos todos en sus diferentes variantes (1,60 €) y como invitación de la casa el incomparable Alquira, en copa de balón con hielo, un "orujo" de verdejo que está "para ponerle un piso".