Para mí es una maravilla; los entrantes están buenísimos y muy bien tratados, excepcional producto, se nota la calidad y la frescura. Los segundos son para chuparse los dedos (hacen unas calderetas que ya querrían hacer muchos otros...) y los arroces están de vicio, tienen un toque personal que no se encuentra en otros sitios. Los postres son sencillamente geniales y el lugar, la plaza donde está ubicado, el servicio y la filosofía del restaurante es la idónea para lo que se ofrece. La carta de vinos, como es lógico y debería ser una norma básica de cualquier sitio que se precie, está basada en vinos de la tierra (es de bobos pedirse un Ribeiro en Tarragona y más en un sitio que ofrece una filosofía muy concreta, que me perdone quien se ofenda) y hay más de 40 referencias en carta y otras tantas novedades que van apareciendo y que amablemente te ofrecen, advirtiendo del precio para evitar sorpresas. Recomendado no, recomendadísimo; cualquiera que quiera pasear por el magnífico casco antiguo de Tarragona y culminar su paseo con una visita al Llagut no se arrepentirá.