Viejo rockero

Una propuesta de cenar irrechazable: amigos y un revival en El Gastrónomo; imposible resistirse. El local más actual en la entrada del clasicismo que se nota al entrar y que en la reforma del 2015 cambió a un local igual de clásico pero bien remozado, luminoso y con mesas y sillas muy cómodas con buena mantel y servilletas de tela y buenas copas, cubiertos, vajilla etc ...  todo ello con un servicio impecable en la forma y en el fondo como corresponde al ambiente señorial y que parece demodé pero que ha resistido crisis y pandemia y hasta la pérdida de Antonio.

Tres para cenar que nos colocan en una mesa redonda al fondo de la sala con amplia perspectiva de las otras dos únicas mesas ocupadas (una pena aunque es una cocina más apropiada para medio día y aumenta la clientela). Rapidez desde cocina y clasicismo también en la carta de comidas y bastante menos clásica la carta de vinos que es notable de cantidad y variedad (incluyendo extranjeros) aunque con precios altos.

Un pequeño guiño a la moda con la presencia de cocteles como opción para cenar, aunque de nuevo clasicismo en los mismos; optamos por un par de Negroni con barrica y PX magnífico y un Dry Martini referido como bueno. Para la cena optamos por completar la bebida con agua grande sin gas y otra pequeña con gas y como vino probar algo distinto de la tierra y elegimos un tinto La Forcallá de Antonia 2020 (21€) buscando también un vino menos denso y poder acabar la botella; el servicio me pareció algo limitado por el no relleno de copas sin haber sobrecarga de trabajo.

En la parte sólida (dejamos los arroces para otra ocasión), teníamos un buen pan y un coupage de Los Albacares AOVE, destacado aceite; elegimos compartir entrantes al centro y seguir de forma individual con principal y postre marca de la casa:

. una cata de Vichyssoise por cortesía de cocina, buena y perfecta para entonar el tubo digestivo.

. alcachofas con jamón (14,50€): alcachofas de pequeño tamaño (DO Benicarló) tiernas y jugosas que están empezando; ración justa para tres. Más que bien.

. níscalos con ajetes: troceados las setas con origen en Soria (aquí ni llueve ni se le espera) carnosas y tamaño adecuado bien condimentadas; de nuevo ración ajustada. Notable.

. revuelto de boletus con ajo negro y láminas de foie (16€): buena setas y buen foie, imposible fallar en sabor; las raciones parece que son para compartir entre dos o como plato personal, quedando justa para tres. Sobresaliente.

. steak tartare (26€) x 3: siempre ha estado en el top 3 de los preparados en Valencia y ahí sigue desde que Antonio Martínez lo puso en el pódium hace ya muchas lunas. Preparado en sala desde el inicio para ajustarlo al punto de picante de cada uno, con su fórmula magistral y su clásico color de buena carne algo oscura al prepararlo (compartido con su escisión a Dolium); unas patatas paja fritas perfectas como compañía y las tostas de pan necesarias para empujar. Sublime.

. crêpes suzettes (10€) x 3: de nuevo preparados en sala, aquí sí que es el número uno sin duda en este postre que no se ha subido a ninguna moda o variante, ni falta que hace; optamos por el opcional helado de vainilla (suplemento aparte) que siempre acompaña y contrasta temperatura. Extraordinario.

. cafés e infusiones que se acompañaron de unos chocolates y galletas de Valor que ya viene la navidad.

Una buena sobremesa aunque corta porque había que coger el coche del parkin propio (imprescindible en la zona) y rematarla con un extra de Agua de Valencia, esta vez en el abigarrado en decoración El Café de las Horas. Final feliz.