Local muy agradable, pocas mesas, amplias y muy separadas, ambiente íntimo

Local muy agradable, pocas mesas, amplias y muy separadas, ambiente íntimo y sin humo. Servicio perfecto a todos los niveles. Menú degustación (completamente descrito en la web del restaurante), muy variado y divertido. Presentación preciosa de los platos, me encantó el cubo de gelatina relleno de escabeche suave de cigala. Ningún plato a destacar por encima de los demás (personalmente el que más me gustó fue el pez elegante sin espinas). Es difícil explicar la experiencia, este lugar no es para ir simplemente a comer, sino para pasar unas horas muy agradables disfrutando del conjunto y tomárselo también como el que va a ver una exposición (¡¡me supo mal desmontar los platos!!), todo está hecho con tanto mimo…
Lo único a objetar es que a veces con tanto buscar la experimentación y la filigrana se pierde un poco el norte, con combinaciones que no siempre logran un buen resultado. Hablando exclusivamente de la cocina, de los sabores, creo que he comido mejor en otros sitios, pero realmente vale la pena ir, sin duda alguna.
2 menús degustación + agua + Vino Naiades + 2 cafés + 2 copas cava Bertha = 350 €.
Si me lo puedo permitir volveré con el cambio de temporada y menú.

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