Gran restaurante en una ubicación excelente (primera línea de playa,

Gran restaurante en una ubicación excelente (primera línea de playa, aunque estropeada, como toda la costa catalana, por la vía del tren que tiene enfrente). Nos sentamos junto al ventanal que da al jardín. Servicio correcto aunque un poco frío y mecánico. Servicio del vino cuidado, con un sumiller muy ilustrado que nos desaconsejó nuestra primera elección (Clos Martinet) para recomendarnos otro más barato y mineral que estaba más acorde con el menú. La cocina bastante impecable. Un plato fallido (lubina con chutney de piña (muy ácida)) aunque parece ser que lo habían incluido ese día por falta de salmonetes. Ejecución de los platos casi perfectos, aunque no demasiado crativos. El plato de quesos con su maridaje es un espectáculo visual y sensorial. Carme Ruscalleda salió a saludar a las mesas y a nosotros nos dijo que el objetivo del restaurante es que, durante el tiempo que allí estás, solo se hable de comida. Desde luego con nosotros lo consiguieron.

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