Aprovechando el reencuentro con un amigo de estos que ves tres o cuatro veces al año, nos acercamos a este local del "Madrid Noble", propicio para que los ejecutivos de la zona se sienten a hablar de negocios.
Nuestro objetivo era, en una pequeña parte, ese mismo de lo humano (negocios) y en una gran parte de lo divino (amistad). Con unos verdejos y un aperitivo cortesía de la casa de chistorra y patatas chips, charlamos y vimos una carta basada tipicamente en el producto.
Elegimos para comenzar una ensalada de raf y ventresca y unos "Lomos de anchoa en salazón especiales de selección artesanal". Pues bien, lo que en cierta manera falló fue la selección artesanal. Ofrecieron amablemente emplatar individualmente y juntos ambos entrantes y el producto era de calidad, pero una anchoa que se anuncia de aquesta guisa no puede estar pasada de punto de sal. Por lo demás ambos platos eran correctos.
Como principales, y ante nuestras dudas, el Jefe de Sala nos aconsejó el corte de chuletón que "hoy era muy bueno", y en esto acertaron de pleno. Presentan trinchada en finas lonchas una pieza de unos 700 gr. para los dos, en una fuente caliente de loza y también calientes los platos de loza donde servirla, obviando los recipientes de barro o metálicos que tanto me disgustan. Alto nivel de producto y punto excelente, servido con unas buenas patatas fritas. Se nos hizo grande en calidad y corto en cantidad, y eso que no somos "de buen diente".
Para terminar, una strudel acompañada de helado y dos cafés.
Carta de vinos para olvidar, sin especificación ninguna de añadas. Blancos, cavas y champagnes prácticamente inexistentes y tintos bastante clásicos, elegimos un Viñas de Gaín 2008 (25 €), bueno y acorde con el condumio. Solicitamos copas más amplias que nos acercaron amablemente. Temperatura y servicio correctos.
En sala hay altura, muy bien atendidos en todo momento. Profesionalidad y cercanía a partes iguales.
Mi opinión respecto al precio es negativa, nos acogimos a una promoción de un club por la cual la cuenta ascendió a sólo 110.73 €, y así la califico con un aprobado raspado, sin dicha promoción hablaríamos de casi 160 €, en mi opinión totalmente fuera de los precios que se esperan hoy en día, aún de un local de cierto nivel como este.
En todo caso probablemente vuelva a degustar sus platos diarios de cuchara, que hoy los clientes pedían insistentemente, y que parece prepararán tan pronto como empeore el tiempo.

Está a dos pasos de la Cibeles y la Puerta de Alcalá y lo primero que llama la atención en el comedor es que no tiene pinta de Asador tradicional. La decoración está bien y las mesas tienen espacio. Paredes blancas y cuadros contemporaneos. Tomamos un menú de noche que incluía los vinos. Un Valdelainos verdejo 2007 y un Hacienda Zorita 2005 que sirvieron con generosidad en copas Spiegelau. Tambien agua mineral. De aperitivo, con la cervecita, tomamos una copita de crema de melón con trocitos de jamón. Los primeros eran a compartir, pero te los emplatan por separado. La ensalada de jamón de pato y foie con vinagreta de frambuesa y aroma de albahaca estaba templadita y rica. El otro entrante era un revuelto de boletus edulis, gambas y kokotxas con reducción de oporto y crujiente de puerro...suelto y jugoso. De pescado el rape de tripa negra braseado con emulsión de vinagre de jerez, ajitos y guindillas. Para mí fue lo mejor del menú....y además la guindilla (que asusta un poco) estaba muy matizada. El otro plato fuerte era el medallón de solomillo de buey con salsa de queso de cabra y reducción de Pedro Ximenez...por fin carne en el asador¡¡¡...pero no el típico chuletón vuelta y vuelta (que tambien está muy rico) sino un plato un poco más currado. El solomillo estaba tierno y la salsa era suave. Por ponerle un pero a la cena, tal vez el postre no estuvo muy a la altura. A la delicia de chocolate con coulís de frutos del bosque y menta le faltaba un poco de enjundia...no era para muy chocolateros. El menú tambien incluye café y minardises. El servicio estuvo amable y atento y el ritmo de la degustación muy correcto, aunque hay que decir que no había mucha gente. La cena resultó agradable, a buen precio y en el centro de Madrid, que es algo de agradecer.