En el corazón de Madrid

Está a dos pasos de la Cibeles y la Puerta de Alcalá y lo primero que llama la atención en el comedor es que no tiene pinta de Asador tradicional. La decoración está bien y las mesas tienen espacio. Paredes blancas y cuadros contemporaneos. Tomamos un menú de noche que incluía los vinos. Un Valdelainos verdejo 2007 y un Hacienda Zorita 2005 que sirvieron con generosidad en copas Spiegelau. Tambien agua mineral. De aperitivo, con la cervecita, tomamos una copita de crema de melón con trocitos de jamón. Los primeros eran a compartir, pero te los emplatan por separado. La ensalada de jamón de pato y foie con vinagreta de frambuesa y aroma de albahaca estaba templadita y rica. El otro entrante era un revuelto de boletus edulis, gambas y kokotxas con reducción de oporto y crujiente de puerro...suelto y jugoso. De pescado el rape de tripa negra braseado con emulsión de vinagre de jerez, ajitos y guindillas. Para mí fue lo mejor del menú....y además la guindilla (que asusta un poco) estaba muy matizada. El otro plato fuerte era el medallón de solomillo de buey con salsa de queso de cabra y reducción de Pedro Ximenez...por fin carne en el asador¡¡¡...pero no el típico chuletón vuelta y vuelta (que tambien está muy rico) sino un plato un poco más currado. El solomillo estaba tierno y la salsa era suave. Por ponerle un pero a la cena, tal vez el postre no estuvo muy a la altura. A la delicia de chocolate con coulís de frutos del bosque y menta le faltaba un poco de enjundia...no era para muy chocolateros. El menú tambien incluye café y minardises. El servicio estuvo amable y atento y el ritmo de la degustación muy correcto, aunque hay que decir que no había mucha gente. La cena resultó agradable, a buen precio y en el centro de Madrid, que es algo de agradecer.