Local alargado, con separaciones de madera, mesas dispuestas en perpendicular y con un corredor lateral para el paso de público y servicio.
Decoración clásica y ambiente sereno, aunque ruidoso.
Mariscos de mucha calidad: camarones, gambas, cigalas, percebes y nécoras, estas últimas soberbias, sabrosas y llenas, plenas.
De principal un delicioso Rodaballo salvaje a la brasa.
Lo regamos con un discreto albariño, tratado sin mimo alguno.
Servicio familiar, muy atento y cordial, que nos apremiaba constantemente para que no nos dejásemos nada.
A pesar de estar lejos de mi domicilio, he estado 3 veces en el lugar, la primera cuando estaba en el antiguo local, casi enfrente del de ahora.
Se pone con su sonrisa enfrente, recita todo lo que tiene sin precios y cada dos por tres da la coletilla "Galicia Calidade", el alabariño que recomienda casi es vino de mesa.
Luego desaparece y de vez en cuando se oye lo de " Galicia Calidade"
Las tres veces era comida familiar y pague yo.
Pseudo segun mi idea: lo que parece que es pero resulta que no.
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