No está anunciado, tampoco está en una calle principal y para colmo de aquellos que no sean de la zona, se encuentra en la población de Molins de Rei, a unos 12 kilómetros de Barcelona, aunque todo ello no es excusa para darse una vuelta por la localidad, tomar un aperitivo, y preguntar por este "rincón secreto", en dónde se podrá disfrutar de una buena cocina de mercado, adornada por la tradición catalana en los fogones. Montse los comanda con cariño y maestría.

El local es acogedor y tiene un aire rústico que no suena antigüo. Jazz de fondo, y Joan al frente dando vueltas por la sala, ejerciendo además de magnífico anfitrión.

Trinxat, un plato tradicional de La Cerdanya (Pirineo catalán), hecho con col, butifarra negra y panceta, puede ser una buena manera de comenzar ahora en invierno. En temporada, el carpaccio de ceps (boletus edulis) lo encuentro imprescindible y a quién le gusten (yo no soy ningún fan) también preparan caracoles de diversas maneras. Todo ello amén de los tradicionales embutidos catalanes, y otros "clásicos" tipo anchoas, etc.

De segundos, mi opción suele ser un excelente bacalao al txacolí, que acompañado de unas patatas fritas (auténticas, nada de congelados…) tipo panadera, lo convierten en un plato de primera. El bacalao es de gran calidad. A los que gusten de la carne, les recomiendo el solomillo a la plancha: en su punto, y con un sabor y textura de primera. Y para los más golosos también suele haber algún guiso con carnes contundentes, tipo cordero, o caza.

Tintos y blancos catalanes, salteados con algún rioja, ribera o rueda. De todas formas, en nuestro caso, casi siempre, acompañamos las cenas de unas botellas de sidra guipuzcoana, Altzueta. Para los más atrevidos, el remate puede llegar de la mano de un buen gin tonic, preparado con gusto y tiento, y servido en una copa de primera.

Sin duda, Joan y Montse, apoyados por Dolors, forman un muy buen equipo al frente de este “rincón secreto”, que a pesar de que para los foráneos puede estar escondido, bien merece una visita.

Montse y Joan regentan la Bodegueta desde hace unos pocos años, y la verdad es que le han sabido dar el impulso que se necesitaba el lugar.

Local entrañable, antigua bodega donde se vendía en el pasado vino a granel, y que conserva los toneles y una coqueta barra al final.

En su pequeña cocina Montse ha sabido gestionar con maestría una carta a base de raciones y platos tales como: mejillones al vapor, fabetes, buñuelos, solomillos, chuletas, bacalaos, pulpo y otras viandas muy asentadas en la cocina catalana; mientras Joan se encarga de atender a los clientes.

Por destacar algunos de sus deliciosos platos, resaltaría sus mejillones de roca con alioli, el solomillo de ternera, el bacalao a la llauna o sus anchoas del cantábrico.

El trato es exquisito, cálido y próximo, siempre atentos a las necesidades de los clientes. El producto es de calidad y el ambiente es íntimo y relajado (buena música de fondo).

Su carta de vinos es reducida, pero cuenta con una buena selección de alternativas. Destacaría un blanco: Marqués de Irún D.O. Rueda.

Creo que le cariño que le ponen a todo define principalmente su trabajo, por lo que solo me queda decir: Per molts anys Montse i Joan!

Sin duda un buen lugar para comer y pasar un buen rato. Un resturante con mucho caracter y personalidad propia. Me gustó mucho, buena gente y muy animado por las noches.