Muchos cambios

los que ha sufrido este restorán, otro de los que me parecen más bonitos de Tarragona, los últimos años. Se desgajó de su hermano mayor -La Caleta- y lo explotan otros empresarios. 

Sigue siendo un placer comer en el amplio jardín, bajo el entoldado y los grandes ventiladores que refrescan el ambiente.

Ofrece un sugerente menú del día, opción que escogimos.

De aperitivo un bombón de foie-gras con sus tostaditas.

Los primeros un excelente salmorejo de fresa, a pesar de que le faltaba un punto de frío, lo mismo que al carpaccio de gambas.

A continuación un tataki de salmón que me gustó, a pesar de que no soy yo de elaboraciones semicrudas.

Cerró un canalón de meloso de ternera que estaba estupendo.

Cuatro ó 5 postres para elegir: el sorbete de mandarina con macedonia correcto, aunque eché en falta más cantidad de fruta.

Pan de un tipo bastante bueno.

Carta de vinos corta para el restorán, a pesar de que las marcas son escogidas y los precios contenidos, buen servicio de copas y cubitera.

Menaje bien, se echa en falta el mantel y servilleta de tela, es de papel de buena calidad pero no es lo mismo. Eso me hace bajar un poco el capítulo "entorno".

Servicio atento.

En resumen, un lugar especial, comimos bien, todavía me parece por definir el carácter que la nueva dirección le quiere imprimir.

Precio de 33€ por cápita y el vino aparte.