Restaurante Velódromo en Barcelona
Restaurante Velódromo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
18,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
24 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
4.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
3.0
Comida COMIDA
5.5
Precio medio entorno ENTORNO
6.3
RCP CALIDAD-PRECIO
3.3
Opiniones de Velódromo
OPINIONES
9

"Ens veiem a Muntaner 213" así empezaba el mediodía del lunes 21.

Era un mensaje de un amigo de buen comer, que desde que lo conozco nunca me ha llevado a un mal sitio.

Cojo el bus desde Plaça Espanya, donde estaba currando, y por el camino empiezo a indagar a ver que hay en "Muntaner 213".
Google dice que hay un velodromo de Moritz, que pijo se ha vuelto mi amigo pienso yo. Al fin averiguo Velodrom, raudo acudo a Verema a ver que contais los barceloneses...
Uff por los comentarios, la cosa no pinta bien, pero mi amigo nunca ha fallado......

Local muy chulo, mola y destila caracter..
Comida rápida, hay que coger el vuelo de vuelta pronto y no tenemos tiempo para más.
Ensalada, Esqueixada, y unos raviolis (no recuerdo de que). Todo sin demasiada alma. Lo mejor la ensalada..
De postre tiramisu "a la catalana" que tampoco tenia nada de especial y que casi nos ahoga a todos con el cacao en polvo.

No sé el precio..

Si tengo que llevaros a comer algun dia a Barcelona, seguro que no será ahi

Hacía bastante tiempo que no iba. Era bastante tarde, mas allá de las 15:30, por lo que no tuve dudas y me acerqué a pedalear.
Comimos compartidamente una decente y abundante esqueixada, unos espárragos verdes con salmón -que no probé- y unos normalitos huevos estrellados con patatas y botifarra negra, y un normalito pan de coca con tomate.
Bebimos cervezas y tomamos cafés con hielo.
Puede servir para emergencias

Hacía tiempo que no regentaba este local peró seguiré mucho tiempo sin volver.
Mesas un poco incómodas, las copas en las que te pone el vino parecen más del todo a 1€ que de un restaurante que pretende dar la categoría de la mano de Moritz y Jordi Vila detrás.
Comida muy floja y muy cara en Rcp, minihamburguesa de pato 6,5€, quemada la hamburguesa, hiperseca, vamos que no estaba a la altura del precio.
Pescadito frito a la andaluza 9€, sonso, ración triste por un pescado que costa una miséria el Kg, muy seco, bombas y coroeuqtas corectas, steak tartare muy cargado de salsas industriales, Hp,Perrins y salsa barbacoa a destajo sin lo típico de toda la vida como es el picadillo, brandy,..., estás pagando 18€ por diós, huevos estrellados bañados en una piscina de aceite del frito.
Lo más in de la noche que no me hizo mucha grácia, odio los restaurantes que te traen toda la comida a la vez, 8 platos encima una mesa sin posibilidad de poder degustar la comida tranquilamente, a lo que el maitre superguay respondió, que bién que haya tantos platos, eso quiere decir que hay mucha hambre, eso quedo super guay, sólo faltaba dsecirnos, comed rápido y pirárosla.
Vamos, resumiendo, no se si estará de moda o es normal este trato-comida peró lo que es verdad que encuentro super-fuerte pagar por esto.

Hace un rato me encontraba sólo y decidí ir a este restaurante.

Para comer he pedido:

Una tapa de ensaladilla rusa; Buena, y bastante mejor que la última vez.
Una tapa de bombas barceloneta; Buenas y sabrosas, aunque les falta un punto de picante.
Fricando con arroz; Vulgar, la última vez que lo probé estaba bastante mejor.

El talón de aquiles de este restaurante sigue siendo el servicio, ya que cuando tienen un poco de clientela se agobian. Hoy por suerte estaba un poco vacío y el servicio ha sido aceptable.

Para mi es un buen restaurante para comer a los mediodías y los problemas aparecen cuando quieres alguna cosa más.

Martes por la noche y cola en la entrada. Somos los terceros. Decidimos esperar. La rehabilitación del local es una maravilla: la escalera, el billar, la barra… y el suelo, sencillamente espectacular. 2 minicañas (0.2L) de Epidor para la espera y un bitter, 6.10€, esto pinta mal. Nos sentamos, y a esperar otra vez. Se nota que están desbordados, todos van corriendo. Falta personal, es evidente, pese a su voluntad de prestar una buena atención, no dan abasto. Llegan las croquetas, buenas, pero a 1.70€/pieza es un abuso. Calamares, muy ricos, otro abuso de precio (conté 9 aros en la tapa). Lo de las anchoas fritas al limón ya fue de risa, casi me levanto y me voy: 6 filetes microscópicos. El bikini (sándwich mixto en el resto del Estado) con tòfona es ya una puñalada trapera, minúsculo y delicioso, aunque claro, 8€ por dos puñeteras rebanadas de pan bimbo rellenas…
Las bravas están fabulosas, pero el tamaño de la tapa es el más pequeño que he visto jamás (y llevo unos 65 bares de tapas visitados para mi blog). Observad en la foto las dimensiones de un tenedor normal, tirando a pequeño, respecto al platillo. Vergonzoso. La guinda de la noche fue el plato de huevos estrellados que nos trajeron… 8€ por un huevo totalmente crudo (de verdad) y patatas recubiertas del moco de ovoalbúmina sin cuajar. Nos lo dejamos y decidimos largarnos del local. 6 microtapas (y 6 cañas) para 3 personas nos costaron 63€ y salimos silbando de hambre. Como sigan así, a la que pase la euforia de la novedad, se van a morir de asco. La dirección ha concebido un local de tapas inmenso, donde todo el mundo está sentado, un “parque temático de la tapa”, es absurdo. La competencia se los come, seguro. Las raciones deben ir rápido, porque son pequeños bocados, por lo tanto, necesitarías tanto personal que no te cuadrarían los números ni cobrando 16€ por croqueta. Por cierto, solo tienen un tipo de vino blanco por copas… en serio.

Nueva visita al velódromo al mediodía, a eso de las 14:30, sin reserva, a ver si hay suerte.

Sorpresa, hay sitio y no hay cola.
Más sorpresa, hay una especie de maitre que te acomoda, con lo que se resuelven los problemas anteriores donde reinaba el caos, la aglomeración y unos líos para sentarse que hacían que te fueras a otro sitio.

Carta con cosas nuevas, aunque nos decidimos por las viejas.

Comimos: crema de calabaza, foie y balsámico, bien y huevos rotos con butifarra negra y con jamón (los de butifarra negra muy buenos)

Beber: carta de vinos corta pero bien; entre ellos Camins del Priorat y el PSI. Algunos vinos a copas (estos dos no).

Como no había quorum, me dijeron que había que trabajar (en fin) y no me seducían los vinos a copas (tanto es así que no me acuerdo de cuáles eran), bebí cerveza.

Sin postre y con café, aprox 20 euros por persona

Tal como comenté en una primera valoración, he esperado un cierto tiempo el subir el comentario, despues de hacer un par de visitas mas.

Me resulta muy cómodo por la amplitud de horarios. Esta abierto de 6 de la mañana hasta las 3 de la madrugada.

En la última visita comí como siempre, bien, con una notable mejoria en la atención y el servicio. No costaba mucho hacerlo mejor, es verdad, pero es que ahora hay autenticos profesionales donde antes habia solo aprendices.

Comimos patatas bravas, huevos estrellados con butifarra negra, boquerones al limon, pollo de Penedés con samfaina, bacalao con judías del "ganxet" y de postre el pan con aceite, chocolate y sal.

De beber, con buena copa, el verdejo facilón, Perro Verde a 12.50.

Es conocido en Barcelona que el antiguo Velódromo ha reabierto sus puertas, de la mano de la cervecera Moritz y con el gobierno en sala y fogones del cocinero Abellán. Por allí nos acercamos el otro día tres personas, con el afán de picar y comer, primero en barra y, después, sentados a la mesa. Ya delante de los grifos, dos detalles vergonzantes anunciaban el desastre: pedimos unas "gildas" a un camarero que tuvo que preguntarle a otro qué eran las "gildas"; al rato, otro presunto camarero, a voz en grito, dijo algo de "estar hasta los cojones", mientras los clientes nos dedicábamos miradas de incredulidad. Tras esos detalles, nos sentaron a una mesa, en donde comimos unas croquetas aceptables, unos calamares que tan sólo sabían a rebozado y cuatro anchoas de medio pelo (buen calibre, poco bouquet y excesivamente saladas). La hora del vino se eternizó, pues, a partir de una carta que denominaría anodina, nos perdimos en discusiones con un esforzado camarero que ya tenía bastante con el caos reinante en la sala (ver al personal correr sin rumbo entre las mesas es una imagen que francamente Albellán, con su experiencia, nos podría ahorrar). En esas estábamos cuando de repente un insoportable olor a disolvente inundó el sector en que nos encontrábamos. Sorprendentemente, fuimos los únicos en quejarnos (la maitre nos dijo que andaba medio mareada con el químico olor), un detalle que dice mucho de la tibieza del barcelonés ante los desastres actuales de la gastronomía. Nos trasladaron al piso superior, donde un ufano Berasategui andaba ya en los cafés (se había sentado al mismo tiempo que nosotros). Y el tiempo pasó. Hasta que, tocadas las cuatro de la tarde (nos habíamos sentado a la mesa a las 14.30 exactamente), nos levantamos sin poder degustar las viandas pedidas, con la mesa vacía, entre perdones de un camarero sudoroso y apenado. No puedo, por tanto, hablar de lo que se come en el nuevo Velódromo; sí del lastimoso servicio, que no ha sido preparado, ni siquiera instruido en las más básicas maneras del buen camarero. Un último apunte, éste más subjetivo: en la sala, algunos viejos clientes del local se mostraban contentos y emocionados con la apertura del bar, ignorantes todavía, creo yo, de que el nuevo Velódromo poco tiene que ver con el viejo, salvo en las apariencias: un "revival" de cartón piedra a la barcelonesa con el engañoso cartel de la nostalgia. Poco tardarán en aparecer los anhelados turistas. Y con ellos la conocida combinación barcelonesa de caro y malo.

Comida a mediodía:
Tapeo:
Ensaladilla rusa (buena), Bombas Barceloneta (buenas), Bravas (buenas), Matrimonio (bueno)

Comer:
Bacalao a la llauna (algo salado)
Lomo de ternera
Un montón de cañas.

Buena carta de vinos a buen precio (pero no probé, de momento)

No café ni postre, 3 personas 75,65 euros

Servicio lento, despistadísimo y agobiado. Espero que sea un problema solucionable
Nos fuimos sin café y sin postre (para no hacer noche)

El velódromo de toda la vida en versión limpia, con mejor cocina y que tiene mucho que mejorar. No dudo que lo harán, el lugar lo merece.

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