NO DECEPCIONA

La decoración del restaurante es un poco cursi, con sus esculturas y sus columnas. Da la impresión de que estás en el coliseo. El dueño es todo un personaje, típico italiano de traje de chaqueta, tirantes y gomina. Pero la comida estaba muy buena. Comimos foie con rodajas de manzana caramelizada, ricas aunque un poco demasiado tostadas, provolone al horno, bien y yo unos raviolis de bogavante exquisitos. Mi compañera se pidió bucattini a l'amatricciana, excelentes, con su punto picante. No pedimos postre y bebimos Carmelo Rodero. El precio correcto. Lo único que me pareció exagerado fue el solomillo (20euros).

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