un menú patatero

Guiados por las opiniones nos lanzamos a reservar para 12 personas.
El local muy ruidoso. No se puede hablar casi del bullicio existente, normal todo son grupos y es lo que tiene. La decoración muy bien.

La cena fué un menú cerrado y la verdad es que no gustó. En casi todos los platos aparecia la patata. Carpaccio de pulpo con patata,
ajoarriero, en el que brillaba el bacaloa, pero por su ausencia, patatas a lo pobre con jamón y huevo,
Ensalada sosa y morcilla de burgos ( lo único potable).
La bebida incluida.

En la barra teneia buena pinta cosas para picar, por lo que creo que el menú es lo que no fué lo adecuado.

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