Esperaba más de este sitio
El acceso es algo complicado. Accedes desde la calle llamando a un interfono, te abren y te encuentras en medio de un jardín con indicaciones de acceso al hotel y al restaurante. No me pareció muy cálida la recepción, no.
Cuando por fin llegamos, bien, nos acomodaron en una mesa de forma ovalada pero que tal y como estaba dispuesta parecía de forma elíptica, algo rara para tres porque quedaba un comensal algo desplazado. Cubertería, vajilla, vasos y ajuar en general adecuados a su categoría.
Hicimos el menú clásico que, además de los aperitivos recuerdo:
tartar de champiñones con buey de mar muy sabroso
El foie gras bien
Los macarrones relleno de bogavante,rico y sabroso
La lubina salvaje la encontré algo insípida y pasada de cocción
El cochinillo, que cerraba el menú, bien sin más
Los postres no nos gustaron, el brioix con vainilla y fruta de la pasión era ácido en extremo
Carta de vinos bien surtida y excesiva en precios
De beber optamos por As Sortes 2007 (inicialmente algo caliente) a 50 euros.
El café nos lo ofrecieron en el lounge. Algo complicado el acceso (hay que coger el ascensor y dar un par de vueltas, para quedarte encerrado en una sala bastante cerrada -para eso te quedas en la mesa-)
Para abandonar el local, debes volver al restaurante (ascensor arriba) recoger los abrigos y salir (ascensor para arriba otra vez)
Servicio de vino bien, a secas y servicio de sala eficaz.
Un poco laberíntico, parece muy supeditado al hotel