Local de forma alargada, con las mesas muy juntas y optimizadas que

Local de forma alargada, con las mesas muy juntas y optimizadas que resulta excesivamente ruidoso.

La carta se centra básicamente en las tapas de elaboraciones sencillas, pero realizadas con materia prima de calidad, ensaladas, algunas carnes: secreto ibérico, entrecot de buey trinchado, solomillo, etc., incluso algunas elaboraciones de cuchara, por tanto fundamentalmente enfocada al concepto de comida “para compartir”. Postres discretos (distintos tipos de tartas). La vajilla y cubertería sencillas, funcionales, nada destacables. El servicio es atento y dispuesto aunque no del todo profesional. Agobia un pelín el sistema de los dos turnos a la hora de la cena: el primero a las 21:30 y el segundo a las 23:00 horas.

La carta de vinos, organizada por DO’s, o indicaciones geográficas, con algunas buenas referencias pero plagada de vinos comerciales (Riojas más comerciales). Los vinos se conservan en armarios climatizadores. La cristalería, de buena forma pero de grosor inadecuado. El servicio del vino es a temperatura adecuada, pero sin el más mínimo formalismo.

Nuestra experiencia: croquetas de jamón ibérico, coca de foie fresco a la plancha, revuelto de morcilla de burgos con patatas, tres montaditos variados: brie con sobrasada y jamón ibérico con huevo de codorniz y un entrecot de buey trinchado, todo regado con tres cervezas al principio y un Venta del Puerto Nº 12. Tres tartas variadas y dos cafés. Todo ello por 93.35 euros los tres.

Recomendable.

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