Correcto sin más

Local en pleno corazón del barrio del Carmen. Es un local pequeño con un altillo de decoración y mobiliario sencillo. Las sillas son bastante incómodas, lo que no invita a continuar con la sobremesa.
La presentación de la carta me llenó de reparos... unas antiquísimas fundas de plástico manchadas y altamente desgastadas guardaban los folios de colores donde se pueden leer las elaboraciones del restaurante.
Nos decantamos por una ensalada bastante buena y un plato de pasta individual. He de decir que mis ravioli al curri con vodka y langostinos estaban exquisitos, aunque solo di cuenta de uno de los crustáceos, ya que no me gustó cómo habían quedado de secos tras la cocción. Los postres en nuestro caso no fueron nada acertados. A tenor de los anteriores comentarios aquí vertidos, debo creer que son caseros, pero la verdad es que ni la tarta de queso con arándanos ni el tiramisú me lo parecieron. Como no soy quién para dudar de nadie, solo puedo decir que a nosotros no nos gustaron.

Carta de vinos sencilla que tampoco creo que merezca la pena revisar, ya que el resto de mesas bebió Lambrusco, por lo que si así se asegura el éxito del local, no iré yo a decirle a nadie cómo llevar su negocio si éste encima funciona. Sí me parecieron aberrantes las copas para hacer bíceps (gruesas y pesadas) que se podrían cambiar por algunas menos toscas.

En resumen, un restaurante modesto que se puede visitar sin esperar grandes platos.

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