Altamente adictivo

Tras los comentarios veremeros y la insistencia de mi grupo de amigos, pude finalmente visitar la acogedora cambra de una pareja de profesionales que, a buen seguro, dará mucho que hablar conforme el eco de su "savoir faire" resuene más allá del centro histórico la ciudad.

La misión a cumplir era, a priori, algo complicada: cumpleaños para 8 personas bastante exigentes, con un menú desgustación improvisado (todo esto según lo que me contó el cumpleañero y el resto de comensales). La elección no pudo ser más acertada, pues valió para conocer ampliamente la carta del lugar que, pese a la fama de las pastas y los entrantes, es capaz de sorprender con carnes y postres. Cenamos lo siguiente:

- Ensaladilla rusa: de sabor suave y perfectamente montada, presentada con grisines que le daban un toque divertido y con un tamaño de corte correcto de la patata, la zanahoria y demás ingredientes.

- Croquetas caseras: como se menciona en otros comentarios, de un sabor intenso, un tamaño más que razonable y una textura crujiente, suave...En resumen, muy sabrosas y un "must" si tenéis dudas en cuanto a los entrantes. Servidas con la consabida tira de pimiento rojo.

- Patatas a los 4 quesos: de entre los que pude distinguir el roquefort, el provolone y otros quesos italianos que Tono accedió a describirme pero cuyo nombre no recuerdo. En cualquier caso sirven las patatas en forma de papa redonda, y las riegan con la suave mezcla de quesos, añadiendo distintos tipos de sal (me pareció reconocer una sal mexicana que me dieron a catar en otro sitio) para que el sabor duplique la intensidad. Entrante contundente, si la cena es para pocas personas convendría no merendar...

- Queso rebozado con confitura de frutos del bosque: en mi opinión, despues de las excelentes patatas, un plato flojito. La confitura realmente rica, así como la textura del queso rebozado, pero por alguna razón no me sedujo.

- Virutas de jamón a la plancha con huevos de codorniz: un entrante clásico que cumplió su cometido.

- 2 chuletones a compartir: la carne en su punto, muy tierna y de fácil corte, cocinada con ajo y pimientos verdes, lo cual le dio un sabor muy casero y que a más de uno recordará a los platos de su infancia. A estas alturas era un milagro seguir con hambre, dado lo generoso de las raciones.

- 2 fuentes de raviolis caseros de estilo "campesino": y aquí se obró el milagro y por fin pude degustar de primera mano una de las mejores pastas que he probado en Valencia, con el permiso del Sr. Massimo. Tamaño grande del ravioli, perfecta textura y dureza de la pasta, rellena en esta variedad de espárragos trigueros, coronada con virutas de bacon y una salsa suavísima de bechamel o nata (eso cree recordar mi paladar, pido disculpas si estoy en un error). Sin duda merece la pena ir a comer o cenar únicamente un entrante y una pasta para disfrutar de ésta plenamente y con todo el estómago para ella sola.

- De postre, un tiramisú delicioso, suave el mascarpone y con un bizcocho en su punto de ebriedad, el chocolate espolvoreado de primera y con un ligero toque crujiente.

La cena la regamos con varias botellas de vino rosado Señorío de Sarria, que permaneció a una temperatura correcta en todo momento. Las cervezas (muchas) con las que empezamos y algunos prosiguieron la cena, los cacahuetes de aperitivo, una botella de Cava Marqués de Monistrol y los cafés, todo ello invitación de la casa. Para terminar la velada empezó un festival de Gin-tónic, calculo que más de 3 por cabeza, y sin que en ningún momento nos sintiéramos invitados a irnos. En todo momento la atención fue muy amable por parte de Tono y de Lucciana, y las visitas de Toni desde el piso de abajo fueron de lo mas divertido. Se agradecen esa proximidad y esa amabilidad pese a que el local es pequeño, todo se tiene que elaborar al momento y casi todas las mesas estaban llenas... Así da gusto.

La pantagurélica cena salió a 35 euros por barba, una RCP inmejorable bajo mi punto de vista y habida cuenta de lo disfrutado. Sin las copas imagino que se quedará en unos 30, y sigue siendo excelente.

El único "pero" se lo pondré al vestuario de mesa, pues al menos en esta primera vez los manteles eran de papel e individuales, la cuberteria correcta pero las copas muy gruesas. Con el Gin-tónic cumplieron la verdad, pero el vino merece un mimo mayor. El tiempo de espera entiendo que fuera algo elevado, pues era sábado por la noche, éramos muchas mesas y muchas las comandas y, como he comentado arriba, todo se cocina y elabora al momento.

Volveré con un poco menos de compañía para seguir investigando a estos genios. Y por supuesto a probar ese menú-regalo de mediodía.

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