¡Por fin!

Parecía que no iba a llegar nunca pero finalmente, el 29 de mayo pudimos ir de nuevo con amigos a un restorán, recuperando parcialmente lo que, hasta el 14 de marzo, había sido una agradable rutina la mayoría de viernes. Inevitablemente el escenario ha cambiado: barra cerrada, mesas ocupadas de manera alternativa, personal con mascarilla, ausencia de carta como tal sustituida por un código QR,...Junto a estas alteraciones que nos recuerdan los meses padecidos, la misma buena atención, cuidado con el producto y, sobre todo, las ganas de disfrutar de los amigos, el vino y la comida, indisoluble unos de otros.

Con los aperitivos una tapita de fuet y unas olivas excelentes.

Como tenemos por costumbre compartimos todo, en su gran mayoría las especialidades del local: anchoas en salmuera, calamares a la andaluza, ensaladilla rusa, sepionets salteados,cigalitas, pan de cristal con tomate,....el punto dulce para finalizar una ración de tatin y otra de tarta de queso.

De Vins posee una notable bodega de licores e hicimos allí la sobremesa con unas bien preparadas copas.

Como siempre servicio de mucho nivel, calidad y calidez en el trato. Como único punto a mejorar raciones algo justas.

Una sensación agridulce nos acompañó toda la velada: por un lado la alegría del reencuentro, por otro la tristeza por las desgracias personales de la pandemia y la inseguridad del futuro. No obstante tenemos claro que volver a bares y restoranes, con las debidas precauciones, es nuestra pequeña aportación a un sector que sin clientes nada puede hacer.