Como siempre por estas fechas se "abre" la temporada de buey que dura lo que dura el (los) buey. Siempre es buen momento para visitarlo por su carne, pero ahora es el rey. Además la carta de vinos es comedida en precio y con bastantes cosas interesantes entre clásicas y modernas.
Sin novedades en el local más allá de la gente de servicio de la sala. Buen ritmo de platos, a pesar de estar completamente lleno.
Tres para comer con encargo previo de la carne. Sin carta de comidas que mirar, todo cantado a pie de mesa, con platos habituales y otras opciones nuevas. Optamos por:
. un clásico plato de jamón, cortado de máquina, algo tierno y bien de sabor sin nada extraordinario.
. ensalada templada con virutas de foie: curiosa mezcla bien resuelta.
. pulpo: una variación que consiste en una preparación en frito
De principal, la carne encargada, un buen chuletón de buey a compartir, junto con fuente de patatas fritas y pimientos de Padrón. Amplia ración de una carne tierna y sabrosa, en buen punto de fuego y que necesitó de recalentar el plato para completar el disfrute.
De postre compartimos:
. plato de fruta (kiwi, piña, manzana, pera, fresas..) en buen punto de madurez.
. leche frita con helado (no recuerdo de qué): bien hecha sin excesos de azúcar.
Para beber un agua grande Cabreiroa, un par de cañas de cerveza de barril y una de agua con gas pequeña. El vino: San Roman 2014 muy en su punto y que duró toda la comida.
Buenos cafés finales y, por cortesía de la casa, orujo y patxarán caseros.
El precio me parece alto, aunque la calidad es la que es.
En febrero se abre la veda para los carnívoros.
Saludos
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