Muy fashion, da la sensación de que para cocinar no hay que mancharse las manos... el local es muy agradable, pero a todo lo que le acompaña le falta carisma. La carta...resultona, rentable, pero sin aportaciones, no arriesgan en el producto fresco, se agarran a la elaboración.... no me convencieron ni carnes ni pescados. Las entradas flojitas, y la carta de vinos está elaborada descaradamente por los distribuidores de solo aranleón y carece de coherencia: no está pensada en el cliente, sino en vender por castigo esos vinos. Las copas, muy bien, el servicio bien, relajado, sin prisas... ( ya se ocupan de que no se les llene... entonces otro gallo cantaría). Y aunque parezca una mala crítica... volveré, porque el conjunto no está mal, no disgusta, no enamora.... una opción más en el centro, nada flemática.
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