Lugar tranquilo y de ambiente rural. Amplio, cómodo y luminoso comedor,

Lugar tranquilo y de ambiente rural. Amplio, cómodo y luminoso comedor, con 8 mesas redondas y ventanales con vistas a la montaña. El servicio es muy agradable, profesional, atento, cercano y transmite tranquilidad y buen hacer. En función del vino elegido, que fue un "El Bugader" de Joan d’Anguera, el sumiller nos puso copas Riedel syrah-cabernet. Los aperitivos fueron un "pa amb tomàquet" líquido, con salchichón y una magnífica terrina de paté (tipo rilette) de castañas y licor. Tacos de morro de bacalao, arroz cremoso con setas y codorniz (excelente), cochinillo y liebre royal (excepcional). Postres muy bien elaborados: tarta tatín con helado de vainilla y un formidable "borracho" con un curioso "polo" de té verde. Todo excelente. Muy buen café acompañado de 2 discretos "petit fours", PERO servido en tazas de propaganda comercial y azúcar en sobre de la misma marca, es lo único que desmerece claramente.

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