Edificio muy bello en un entorno muy ruidoso totalmente inadecuado (entre dos carreteras con tráfico). Personal muy amable pero poco profesional para ser un restaurante de 4 tenedores (dan vueltas a la botella al abrir el vino)que practica el colegueo con el cliente.
Comida presuntamente creativa con muchas excusas por parte del servicio (no hay... no nos queda... y etc.)de modo que acabas comiendo lo que te dicen, en nuestro caso una merluza un poco cruda en su interior. A la hora de pagar además de caro otra excusa relacionada con que no se puede pagar con tarjeta de crédito por avería en el datáfono.

Este sábado después de una estancia en la provincia de Córdoba, en mi viaje de regreso decidí parar en la anunciadísima Venta Juanilla en la N-I, la decepción fué enorme. Tomamos dos cañitas en la barra, con un aperitivo de jamón asado bastante regularcillo. En el comedor para olvidar: unos huevos rotos con taquitos de jamón ibérico, patatas y foie para mi gusto demasiados hechos. Un ravioli de pasta fresca rellena de boletus bañados con una simplísima salsa de nata, sin más: no dejarán en mi paladar ningún recuerdo inolvidable. Mi mujer pidió rabo de toro y yo un entrecotte que por cierto no sé para que preguntan los camareros el punto de asado, porque lo pedí al punto menos y me lo sacaron txurraskado. Lo de las txuletillas de mi hijo me parecieron hasta para mandar de vuelta a la cocina(no me gusta hacerlo, de hecho nunca lo he hecho para eso están estos foros) pero el peque tiene 2 años y lo que realmente tenía era un hambre feroz. Una media botella de Ramón Bilbao crianza 2005, acorde con la comida: un vino sin frescura con deamsiadas sensaciones aciduladas en boca y final de boca bastante poco agradable con un recuerdo bastante corto, menos mal. El precio con 2 cafés 104 ?, desfasadísima relación calidad-precio. Era un sábado y en el comedor estaríamos 15 personas. Para mí sitios cómo éste notarán la crisis. El equipo totalmente salvable de la quema. Gente muy amable.