A la vista de la prediccion metereologica decidimos salir en busca de las ultimas setas pensando hacer comida campestre. Pero a eso de las 13,00 el cielo empezó a cubrirse y lo que empezó como un soleado dia de diciembre acabó con aguanieve y viento desapacible. La opcion mas cercana y con mas oferta , ya que ibamos sin reserva , era Cogolludo. Nos acercamos a la plaza mayor donde vimos 3 o 4 restaurantes y nos metimos en el primero que vimos y que en la puerta rezaba “Asados”.

El acceso es una escalera y tanto el bar como el comedor estan en la primera planta. Local añejo con mesas hiperjuntas pero limpio y con un servicio rapido y eficiente ya que como vimos estan desbordados los fines de semana ( solo quedaban 2 mesas sin reservar a eso de las 14:00).
Nos entregaron unos menus y la carta y vimos que el menu tenia buena pinta , las mesas de alrededor lo pedian y ademas era muy barato por lo que a por el fuimos. Se podia elegir entre 5 o 6 primeros y otros tantos segundos estando entre ellos la especialidad de la casa que era el cabrito asado.

Observamos que todas las mesas con reserva tenian una ensalada colocada pero a nosotros no nos pusieron nada … supongo que por haber ido sin reservar.

Primeros:
• Esparragos trigueros a la plancha: Bien
• Fabada de Cogolludo: Alubias blancas medianas guisadas con chorizo. Buenas
Segundos:
• Cabrito asado: una pierna de cabrito entera. Bien
• Solomillo iberico a la plancha: bueno
Postres:
• Pudin casero: bueno
• Tarta de queso: mala. Industrial
2 cafes

El vino incluido en el menu era un Marques de Vargas crianza aceptable aunque llegó helado a la mesa. Las copas malas malisimas.

Lo mas sorprendente es el precio ya que el menu son 20 € por persona y no cobraron ningun extra.
En resumen, comida casera para salir airoso del paso aunque no para disfrutar del lugar.

En la plaza mayor de Cogolludo, provincia de Guadalajara, encontramos este tradicional restaurante; donde una materia prima de calidad y su tradición asadora logran llenar de peregrinos ávidos de tradición, cada fin de semana.

Se trata de una casa de comidas a la antigua usanza, con sus defectos y sus virtudes. Con un aire un poco embarullado y una decoración descuidada; con manteles de papel y vajilla desgastada; con un servicio algo distraido y muy informal. Pero que también posee ese ambiente tradicional y familiar que se respira en un pequeño pueblo castellano.

Y de entre sus virtudes, la esencial, la estrella de la casa, y por lo que merece la pena una visita: su tierno, sabroso y muy jugoso CABRITO ASADO.

Su carta de vinos es bastante pobre, muy clásica y nada llamativa. Y el servicio del vino, pues diría que inextistente...

Pero a lo que se va a Hermanos Martínez es a disfrutar de su cabrito, el resto es totalmente secundario. El caso es que a pesar de sus defectos, al final terminas con la sensación que los kilómetros recorridos han merecido la pena.

No quisiera extenderme demasiado, pero si quereis una opinión más detallada podeis verla en http://gastronomodesaparecido.wordpress.com/