Los buenos momentos

Escondido entre locales de zapatos y tiendas cool de Madrid se encuentra “La Buena Vida”, un pequeño rincón en el que la materia prima y el tesón de un joven matrimonio ávido por hacerlo bien, hacen que cada visita haga honor a su nombre.

De la comida se encarga Carlos, que apuesta siempre por productos de primerísima calidad y elaboraciones que no enmascaren la esencia de los mismos. Para empezar, una burrata que se deshace en la boca, un gazpacho de carabineros o, si hay suerte y es época, unos guisantes de lágrima que probablemente consigan que derrames las tuyas.

De segundo, un tataki de atún que aún coletea en el plato, una carne digna de la mejor chimenea normanda o una perdiz escocesa tan potente y auténtica que habría impresionado al mismísimo William Wallace.

Los postres, como el resto de cosas, están cuidados y mimados, pero es imprescindible para mí no poner un pie fuera de esa casa sin haber probado la tarta de queso, un dulce casi líquido del que lo único que sientes es ver que cada vez queda menos en el plato…nada recomendable para compartir.

De los vinos se encarga Elisa, y en carta siempre me encuentro referencias interesantes. Mucho champagne y vino francés “del bueno”, así como alguna referencia italiana, neozelandesa o americana. Una selección diferente, muy personal y apta para quienes quieran también escapar de España para viajar fuera.

Un restaurante muy especial, para sentirse a gusto, para cenar tranquilo y disfrutar, seguro, de esos pequeños momentos que al final distinguen una mala de una buena vida.

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