En el comentario anterior se resume a la perfección las características del local. Una vez te introduces en el mismo percibes sosiego, paz y serenidad. Por un momento vinieron a mi mente imágenes oníricas de tiempos pasados. El lugar es muy encantador.
Revisamos carta y necesitamos varios intentos para acertar en los platos, previo consenso con la persona que nos atiende las cual nos recomienda unas cosas y nos desaconseja otras. Carta de vinos muy escueta con pocas referencias interesantes. Nos aconsejan un vino de la tierra, Bracamonte crianza, creo que del 2008. Un vino de Bodegas Yllera que no acabó de entusiasmarnos. En cuanto al ágape tomamos los siguientes platos:
(2) Comensales:
- Pan (3,70 €).
- Judiones de El Barco de Ávila (11,11 €).
- Hojaldre de morcilla con pasas, manzana y piñones (12,96 €).
- Steak Tártara de Solomillo (16,67 €).
- Cordero asado al horno (20,37 €).
- Tarta de 3 chocolates (6,54 €).
- Cafés (2,32 € x 2).
Bodega:
- Vino Bracamonte (22,22 €).
Licores:
- Gin Tonic de Hendrick's (19 € x 2).
Importe total: 136,21 + Iva (10,90) = 147,11 €.
* Salvo el importe de los GT todo estupendo. Los platos bien elaborados y en su punto de cocción, textura y sabor. El servicio del vino se limita al descorche y primer envinado. Todos los detalles de sobremesa así como el trato al cliente correcto. Pero como bien sabéis algunos, se va todo al traste cuando ves el importe final con el sabido "sablazo" con el precio de los GT, una cifra muy cuestionable. No valió la pena entrar en preguntas ni reprimendas. Pagamos y cogimos las de Villadiego, dejando atrás un lugar a donde seguramente no volvamos jamás.
Un saludo.