Restaurante La Taberna del Alabardero (Madrid) en Madrid
Restaurante La Taberna del Alabardero (Madrid)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Zona:
Dirección:
Cód. Postal:

Añadir tipo de cocina

Añadir vino por copa

Precio desde:
33,35 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
54 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.7
Comida COMIDA
6.3
Precio medio entorno ENTORNO
7.5
RCP CALIDAD-PRECIO
6.3
Opiniones de La Taberna del Alabardero (Madrid)
OPINIONES
3

En este día lluvioso en Madrid sube bastante el ánimo dar un paseito por los alrededores del Palacio Real, tomar un aperitivo, por ejemplo en La Botillería, para luego quedarse a comer por la zona. Esta vez elegimos La Taberna del Alabardero, local clásico donde los haya, que ofrecía un menú a precio ajustado con motivo de la Restaurant Week madrileña.
El local ya ha sido descrito, pero he de indicar que a mí sí que me resulta coqueto, bonita barra a la entrada y sucesivos saloncitos decorados de forma muy clásica, techos altos que caracterizan a las fincas más antiguas de Madrid... quizá me gusta por recordarme a la casa donde nací.
La recepción fue muy amable y nos acomodaron en un rinconcito del salón del fondo, ofreciéndonos bebidas para empezar e ir viendo el menú promocional. Agua mineral y una copa de verdejo para abrir boca. Nos ofrecen como aperitivo previsto en el menú, Mini Vieira gratinada al champagne, grato bocado para comenzar.
Como entrantes elegimos:
- Queso de cabra gratinado con verduritas y vinagreta de miel. El queso, casi sin gratinar, presentaba una textura migosa, pero el conjunto resultaba muy agradable.
- Huevos rotos con ragut de hongos y patatas paja, de nuevo sabores conjuntados, contraste de texturas con unas patatas finísimas y crujientes contra la melosidad del hongo y la suavidad del huevo. Notable.
Pasando a los principales:
- Rodaballo en piel crujiente con chop-suei de verduras y setas al chacolí. Calidad y gran punto en el pescado, con buen acompañamiento.
- Chipirones de guadañeta encebollados con arroz negro y alioli. Buen chipirón, el arroz para mi gusto un pelín entero. Bien.
Degustación de postres de su obrador, incluyendo un pastel de yema y mazapán, correcto, sorbete de mandarina, de buen y marcado sabor, destacando la torrija caramelizada que, crujiendo por fuera, escondía una miga empapada y dulcecita, muy rica.
Para acompañar el rodaballo pedí una copa de champagne o cava y eligieron un Anna de Codorniú, que por cierto sirvieron sin consultar. Copas y temperaturas correctas.
La carta de vinos es clásica pero en mi opinión suficiente, presencia testimonial de cavas y champagnes, algunos blancos españoles de calidad y más centrada en tintos nacionales, en general precios x2 y, como indico, apropiada para el nivel del local.
Dos cafelitos, servidos con teja y bombón, para cerrar el condumio. Buen pan, de un solo tipo.
El nivel tanto de local, como de cocina y de atención recibida rozó el notable.
Si tenemos en cuenta que la promoción incluía por unos comedidos 25 €/comensal, todo menos el Iva y la bebida, la rcp me parece casi sobresaliente.
Se distinguen fácilmente los locales que aprovechan estas semanas gastronómicas para hacer caja de los que lo hacen para agradar y captar clientes.
Sigo apoyando incondicionalmente estas iniciativas.

La Taberna del Alabardero es un clásico del centro de Madrid que hace años llegó a ser considerado uno de los mejores restaurantes de la ciudad. A juzgar por nuestra última visita, parece no pasar por sus mejores momentos. No se puede negar que el entorno del restaurante es inmejorable (al lado del Teatro Real), y que el bar de la entrada tiene su encanto. Sin embargo, el resto de las cosas no nos hizo tanta gracia.
El restaurante está dividido en distintos salones con las mesas demasiado juntas (tanto que, en nuestro comedor, apenas podía pasar el camarero entre unas y otras). Eso sí, manteles y servilletas de tela. La decoración, recargada, con platos de porcelana y cuadros apelotonados en las paredes.

El servicio, profesional, pero distante y no demasiado agradable.

Como entrante nos pusieron una chistorra de sabor demasiado potente y una textura excesivamente blanda. También unas croquetas algo insulsas.

De primeros, para los siete adultos, pedimos para compartir (dos raciones de cada uno): Anchoas de Santoña (de lo mejor de la comida), Salteado de setas bastante soso (de níscalos, boletus y, supuestamente, unas senderuelas que no identificamos) y Brandada de bacalao, con el bacalao demasiado desmigado y excesivo sabor a ajo.

Como principales, Guiso de callos y lengua (de aspecto manifiestamente mejorable y con la carne anegada por un caldo espeso, pero buen sabor), Bacalao al pil pil, Rodaballo, Albóndigas de pescado, Dorada (parecía de piscifactoría), y Lomo de Venado (dos raciones), que fue, sin duda, lo peor de la comida, con aspecto, textura y sabor a recalentado.

Postres anodinos (qué diferencia de los canutillos con crema que probamos aquí, comparados con los que tomamos hace poco en El Despacho).

Carta de vinos amplia, bastante clásica, a precios moderados. Un buen detalle: la primera botella de vino que nos sacaron olía a moho y nos la cambiaron sin la más leve protesta.

Con dos botellas de Viña Tondonia Reserva 2005 (35 E/cu), siete cafés, tres botellas de agua, además de cuatro croquetas y un filete con patatas para dos niños: más de 600 Euros en total.

LO QUE MÁS NOS GUSTÓ
-Las anchoas de Santoña.
-Nos cambiaron la botella de vino que salió algo picada, sin poner la más mínima excusa (lamentablemente no en todos los sitios reaccionan igual en las mismas circunstancias).

LO QUE MENOS NOS GUSTÓ:
- El lomo de venado (le verdad, nos pareció pésimo)
- La relación calidad- precio.

Este restaurante pertenece al Grupo Lezama que es un grupo de garantías allá donde esté. Conozco del grupo el restaurante que tienen en Sevilla (del mismo nombre) y el Hotel+Restaurante que tienen en Ronda (una delicia).
El entorno del local se puede considerar que es de lo mejorcito de Madrid ya que está enfrente del Palacio Real. Del local destacar que es el típico restaurante castizo de clase: decoración calida y justa, paredes decoradas con fotografías enmarcadas del Madrid de hace años y personajes pasados, etc. Es un sitio donde te hace pensar que estas 60 o 70 años atrás. Pero repito, con categoría. Los camareros, como los de antaño: profesionales españoles de hostelería con muchos años y buen hacer a la espalda, uniformados impecablemente. El local dispone casi en la entrada de una barra de mármol blanco con grifería de cervezas a la antigua, precioso. Detrás de la barra y ya en otra estancia comienza la zona de comedor. Es confortable, pero las mesas están un poco más juntas de lo que deberían a mi gusto, aún así, el ambiente es relajado y amable, y no suele encontrarse grupos bulliciosos, con lo que la velada se disfruta sin problemas. Parte de no fumadores (para mi fundamental). Y de la comida, sólo la puedo resumir como la típica comida española clásica de toda la vida de alta calidad y generosas raciones. Todo lo que se pida está para chuparse los dedos. Si se tiene la suerte de que quede bacalao al pil-pil, es recomendado. Cogote al horno, rape, rodaballo, cualquier carne...Es una apuesta segura y con un gusto cañí que ya apenas se encuentra.
Muy recomendable

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar