Buenos peces, buen marisco. Muy fresco y de primera calidad, uno de los mejores sitios para comer pescado en Gijón.
Carta de vinos muy regular, poca variedad y bastante corrientes.
El precio depende del humor de Ataulfo, es caro pero ofrece calidad.

Local ya descrito y en la zona de barra varios diligentes camareros escanciando sidra en clientes habituales.
Entramos a por un aperitivo despues de caminar el centro de Gijon. En la puerta se ve muy buen material especialmente unas cigalas de tamaño de langosta.
Toamamos una de agua y dos copas de vino blanco Emina verdejo y albariño Torre de la Moreira, ambos muy básicos y como únicas opciones en copas (aparte de 2 tintos). Un plato de chipirones de potera muy ricos bien hechos con su tinta pero 40€ la ración. Más pan, más IVA. Total 46.65€.

Muy buena calidad pero precios del centro de Paris. Siendo una racion compartida no pongo precio p.p. pues distorsionaría la realidad.

Excelente velada en esta sidreria especializada en buenos pescados y mariscos. La cosa no empezó bien, la comida se hacía esperar ( con el consiguiente trasiego de vino ), pero cuando llegó, ¡ ay amigo ! :
- Navajas a la plancha: muy buenas, en su punto.
- Pastel de centollo: presentación extraña, pero con ese sabor se perdona todo. Acompañado de buenas anchoas y un extraordinario, repito, extraordinario bonito en escabeche.
- Parrillada mixta ( pescado y marisco ): Almejas, cigalas ( bastantes ), bugre ( o bogavante ), langostinos, quizá un pelín pasados, por poner un pero, pixín, lubina, merluza, jugosos y menos pasados de lo esperado, muy bien.
Después de este homenaje no había sitio para postres, así que unos orujos los sustituyeron convenientemente.
El servicio del vino, pues el típico de sidrería, poca variedad y servido en vaso de sidra ( un blanco de Enate, no me pregunten cual ).
Por cierto, un único camarero para el comedor ( unas 25-30 personas ) parece escaso ( no estás desantendido porque el hombre se lo curra ).
A alguno le puede parecer caro, pero con esa calidad que ofrece a mí no me lo pareció.

El local de sidrería típica asturiana, con una barra alargada, ocupada al completo por clientela con un servicio amable y diligente.

En local del restaurante se encuentra al fondo, separado del resto únicamente con una barra de madera.

Mesas con doble manteles, la cubertería y cristalería discretas. Servicio voluntarioso, rápido y con la sensación de no encontrarse a gusto si el comensal no pide lo que solicitan la mayoría de las mesas del local.

Tres comensales hemos compartido:

Como entrantes: salpicón de rape, que resultó falto de sabor y frío en temperatura y almejas a la plancha, con un tamaño adecuado y buen sabor, pero con una presentación desangelada, perdidas en una bandeja amplia.

De platos se solicitó: rodaballo a la plancha, que se presentó en una rodaja de generoso tamaño, que cumplió y dos rociones de rubiel (parecido al besugo) al horno con patata panadera que también cumplieron.

De postre un zumo de naranja y dos tartas (manzana y almendra) que no recordaremos por nada especial, en ninguno de los sentidos.

Carta de vinos, con pocas denominaciones (Ribera, Rioja, Rías Baixas, algún cava y se algún Toro) saliéndose de lo habitual Valtosca (que no tenían ya) y Mauro crianza 2005(1) que tomamos. El servicio del vino es escaso.

Se acompaño de agua y 2 cerevzas

Al final de la cena (23 horas) resultaba el local en mesa, ruidoso y con humo.

Se cerró la cena con 2 Gin Tonic, con no demasiados tipos de ginebras.

En conjunto mi sensación fue de, sidrería con buenos pescados y mariscos.

El precio total 180 euros.

Posiblemente en pescados y mariscos del norte de España, empatado con el mejor